17 | ¿Que viene quién?

156 11 150
                                    

17| ¿Que viene quién?

Deneb:

Ojalá no hubiese tardado tanto tiempo en decidirme a hablar con Enzo.

Ojalá nadie nos hubiese llamado.

Ojalá nadie nos hubiese hecho llegar las noticias.

Pero fue precisamente Koen quien llamó al bajista para comunicarlas.

—Hey, no te lo vas a creer, pero... ¡Anna viene de visita! —exclamó tan emocionado que me dio lástima el haber pensado que mi problema era más urgente que lo que estaba sucediendo en aquellos momentos.

O lo que implicaba.

Enzo dio un frenazo cuando escuchó aquellas palabras, como si supiera casi tan bien como yo que aquello no podía significar nada bueno.

Luego llevó una mano a mi abdomen para asegurarse de que no me había lastimado y me pidió disculpas vocalizando.

—¿Esto es una broma? Estoy ocupado, Koen —dijo apartándose a un lado de la carretera.

—No es una broma, imbécil, para mí también ha sido toda una sorpresa. Acaba de llegar.

—¿Qué? —preguntó el bajista, de repente tan pálido como las paredes de su apartamento.

—Lo que oyes, y no estás tan ocupado, me intuyo que Deneb y tú ya habréis terminado, ¿no? Venid a Prince, Nicola y yo hemos decidido que vamos a recibirla como se merece: ¡con una buena fiesta!

Iba a vomitar.

—No, Koen, a ver, es que no es...

Le puse una mano en el brazo y le insté a decirle que sí. Enzo me estudió como si me estuviera preguntando en serio si estaba segura de mi decisión y yo solo pude decirle que sí con la cabeza.

Después de todo, ¿qué podía hacer? Anna sí llegó a estar enamorada de Enzo y llevaba varios meses fuera del país, si se enteraba que este estaba con otra chica hablando de un tema tan delicado como el amor no iba a perdonárselo.

Además, era una conversación demasiado complicada como para resumirla en media hora, no podía hacer otra cosa más que posponerla.

—Está bien, iremos para allá.

—¿Dónde está Deneb?

—En el baño, en cuanto salga le cuento el plan.

—Joder, ¡qué bien nos lo vamos a pasar, me cago en la puta! —exclamó antes de colgar.

Enzo suspiró abrumado por la conversación con Koen y yo solo pude imitarle ante aquel jarro de agua fría que ambos habíamos recibido en aquellos momentos.

Luego le dije:

—Creo que deberíamos ir yendo a Prince, de lo contrario vamos a llegar tarde.

Él asintió y, sin mediar palabra alguna, volvió a la carretera y cambiamos el rumbo para llegar al pub lo antes posible. Según lo que Koen había implicado, ellos no tardarían mucho en llegar y nosotros no deberíamos tardar mucho más de lo necesario para evitar sospechas de lo que sea que estuviéramos haciendo.

Quizás debería considerarlo como una señal del destino. Quizás este quería evitar algo estúpido como que terminara confesándole a Enzo lo que sentía por él. Quizás, querer darle una oportunidad era una idea mediocre y estaba destinada a no suceder.

Durante el trayecto tan silencioso en el que nos sumamos, le escribí a Sam, presa de la desesperación. No estaba segura de poder afrontar a Anna después de haber estado con Enzo de la manera en la que ella no podía estar. Me sentía como si estuviera traicionándola. Y, lo peor de todo era que una parte de mí no podía perdonarse el hecho de que Enzo nunca la hubiese amado, como si fuera mi culpa o mi responsabilidad, a pesar de que supiera que aquel no era el caso.

Los desperfectos del amor ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora