03| Late night, Saturday night, Sa-tur-day night!
Deneb:
La semana había pasado volando.
Mi trabajo en la librería hasta la hora de cierre, las compras del supermercado con Koen y mis mañanas en la asociación habían agilizado mis días de una manera fascinante. Me había pasado la mitad de la semana correteando de un lado a otro sin parar y ni siquiera había tenido tiempo para pensar en Enzo, su mentira y mi enfado.
Me había pasado la semana ignorándolo e intentando evitarlo en la librería. A veces se quedaba a hablar un rato con Koen y siempre le pillaba echando un vistazo a su alrededor durante sus conversaciones, probablemente para cerciorarse de que estaba presente.
Los días que había estado sola no apareció.
Y honestamente, lo prefería así.
Enzo era una persona extraña. Fue amable y carismático conmigo desde el principio, pero vino buscando una amistad basada en mentiras y no se la daría. Además, estaba enfadada con él y había sacado la honestidad cruda de mi padre, por lo que, si me lo encontraba, probablemente terminaría diciéndole un par de cosas para nada agradables y me gustaba conservar la paz y la tranquilidad que me daba mi mente cuando no sobrepensaba.
Así que, una semana después de comenzar mi trabajo en la librería, me encontraba en el mostrador, revisando algunos ficheros de la asociación mientras el traqueteo de los últimos clientes y el sonido de las manecillas del reloj de pared situado a mis espaldas me hacían compañía.
Koen, que había ido a prepararse para el concierto hacía veinte minutos, apareció con el cabello mojado, gritando desde las escaleras.
—¡Te relevo, sube a cambiarte, Deneb!
Llevaba unas baquetas de madera clara en sus manos, unos pantalones ajustados de color oscuro y un chaleco de cuero abierto que se ganó las miradas de nuestros últimos clientes gracias a los abdominales tan bien formados que tenía. Su cabello largo estaba suelto y empapado y, mientras bajaba, no paraba de quejarse mientras se lo apartaba de la cara.
—Tengo que ir a cortarme el pelo, joder.
—Ve mañana —respondí, dejando mi puesto en el mostrador.
—Tenemos lo del almacén —resolvió tamborileando con sus dedos en este.
—Es verdad. Bueno, puedo intentarlo si tanta prisa tienes, pero vas a tener que esperar hasta que acabe el concierto.
—¿Sabes cortar el pelo? —inquirió ocupando mi puesto, con el ceño fruncido, mientras intentaba volver a colocarse el delantal con torpeza.
—Ni idea, pero prometo dejártelo mejor de lo que está.
—Ya veremos, graciosilla.
Sonreí y subí a la planta alta a cambiarme. Quedaba media hora para el cierre y el pelinegro y yo teníamos que marcharnos a toda prisa a Aloha!, el pub donde este tenía que tocar con su grupo. Con las ganas y los nervios a flor de piel, me apresuré en darme una ducha y escogí un vestido largo que encontré en el armario para vestirme.
A mediados de semana había terminado de mudar mis cosas de la oficina a la librería, pero no había tenido tiempo de ordenarlo, por lo que mi habitación era un desastre de tales magnitudes que podría compararse con el de un adolescente.
Tenía que ordenarlo pronto o me daría urticaria.
No tuve mucho tiempo de maquillarme, así que, para cuando regresé a la planta baja, solo esperé parecer lo suficientemente decente como para un evento de este estilo. No tenía mucha experiencia, mi padre siempre nos había llevado a sus conciertos masivos y no había tenido ocasión de ir a otros porque la prensa me sofocaba demasiado durante ellos.
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Los desperfectos del amor ✔
RomanceCon una identidad magullada y un pasado doloroso, Deneb tendrá que embarcarse en la mayor aventura de su historia para descubrir cuál es su propósito en la vida. Y cuando se tope con 305, la banda que revoluciona a toda la ciudad de Sídney, sus prob...