28. Sr. Anónimo

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𝙰𝚝𝚝𝚘𝚖

Han pasado dos días desde que le comuniqué a la señora la cantidad exacta que deseaba donar, después de averiguar cuánto les faltaba. Fue bastante curioso escucharla al otro lado del teléfono, graznando como un ganso. También me resultó divertido tener que repetirle la cantidad cinco veces, aunque, siendo sincero, puedo comprender su asombro. Imagino que cualquiera se sentiría abrumado si alguien donara una suma significativa de dinero de forma anónima de repente. Originalmente, pensé en donar lo justo para financiar el viaje, pero cuando supe que también cubría una de esas modernas pizarras para el aula de Hallen, simplemente tuve que aumentar la cifra.

Por supuesto, esto venía con una condición sencilla: la donación debía ser anónima, lo cual no fue un gran problema, ya que la señora fue comprensiva al respecto.

No tenía la intención de ocultárselo a Hallen para siempre, pero pensé que tendría un impacto más significativo si él no supiera de inmediato que la donación era de mi autoría. Lo hice principalmente para asegurarme de que entendiera que nunca fue mi intención comprar su perdón, sino más bien sorprenderlo con una sonrisa genuina en su rostro. La felicidad que se reflejaría en su sonrisa, un poco infantil, es una de las cosas que más me gusta de él.

Entro en el bar de mi hermano con una sonrisa radiante en el rostro, imaginándome a mi pelirrojo, seguramente emocionado por la noticia. Supongo que mi sonrisa se extiende un poco demasiado, porque Grizzley me mira con una expresión suspicaz cuando me siento en la silla.

—Tenía entendido que hoy tienes cosas que hacer, pero aquí te encuentro —me interpela, arqueando una ceja mientras termina de limpiar unos vasos, y enseguida me sirve una cerveza.

—Bueno, pienso que va a ser más complicado de lo que resulta al final; pero creo que valdrá la pena haberlo intentado.

—¿Estás hablando de algo que harás después o de lo que hiciste hace dos días? ¿Tiene que ver con Hallen? ¿Ya os habéis perdonado?

Bufo involuntariamente.

—Hoy tengo cosas que hacer, pero las terminaré rápidamente si no tengo demasiadas cosas por las que pensar —respondo, tomando la cerveza y dándole un sorbo—. Pero en realidad estoy contento por lo que hice hace dos días, aunque no te lo pude contar en su momento porque no sabía si eso saldría bien. Y sí, tiene que ver con Hallen, pero no nos hemos reconciliado formalmente. Es algo que necesitará algo más de tiempo, supongo.

—¿Y cómo es eso que estás tan contento, aunque tú y él no os habéis perdonado?

—Hice una donación —explico. Grizzley no dice nada al respecto, solo arquea una ceja con una expresión seria y cruza los brazos, indicando que quiere más detalles—. Su escuela tiene metas financieras por alcanzar, y yo contribuí para que lograran su objetivo. Ahora, todos esos pequeños nerds pueden ir a su viaje de ciencias, tendrán microscopios nuevos en los laboratorios y Hallen poseerá una pizarra moderna de esas que no requieren tiza. 

Grizz suelta un silbido de asombro, consciente de que mi contribución ha sido generosa. ¿Hirió un poco mi bolsillo? Sí, pero vale la pena si eso hace feliz a Rojo.

—¿Él sabe que fuiste tú? —pregunta, pero niego con la cabeza—. Sé que han pasado dos días, y la donación debió ser considerable, así que seguramente ha estado en "modo detective" tratando de descubrir quién fue.

—Fue una donación anónima —le digo de nuevo—. De todos modos, no es algo que planeo ocultarle para siempre, pero por ahora quiero hacerle feliz sin que crea que tengo una agenda oculta. Simplemente es un gesto desinteresado, más o menos.

𝕸𝚊𝚛𝚌𝚊 (𝙸𝙼)𝓟𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora