𝙷𝚊𝚕𝚕𝚎𝚗
Oficialmente puedo decir que hoy, Attom y yo, celebramos nuestro tercer mes juntos desde que dijimos de ser novios en aquel lago con cano. Puedo decir que es la relación más larga que he tenido en toda mi vida con un chico, y por por la forma de comportarnos ambos, estoy seguro que no terminará nunca. En todo caso, él no deja de regalarme besos, abrazos y caricias sin ningún filtro aunque eso sea impropio de un hombre que parece intimidante al principio.
Claro que esto también es normal, ya que él es el único capaz de acelerar mis latidos y hacer que mi respiración se detenga cada vez que me besa, lame, muerde o susurra alguna frase obscena sólo para mí. Estoy más que seguro de que no importa cuánto tiempo pasemos juntos, porque el "efecto atómico" —como le gusta llamarlo a él— consigue que esté de acuerdo con esta perfecta sincronía. También ha sido difícil apoyarlo para que sus miedos pasados se alejen de nuestra relación, haciendo que todo fluya mejor y no se le escape una mueca incómoda cuando algo le recuerda a su exnovio.
Sin embargo... creo que mi madre no le gustó demasiado que Attom la pusiera en su sitio una vez que le llevé mi plan de plátano en el brunch. Prácticamente, delante de todos los invitados y con una sonrisa forzada, le dijo: "Señora, a su hijo ya lo cuidaré yo, así que váyase de balneario o se quedará calva".
No hace falta decir que ella se puso en "modo drama", pero no sirvió de mucho. Los invitados y mi padre disfrutaron demasiado de su presencia, por lo que tuvo que hacerse la digna y acepta una derrota a regañadientes.
—Feliz cumpleaños al hombre más bello de toda mi vida —me susurra él por detrás, consiguiendo que sonría un poco—. También te amo muchísimo, Hallen "Solarium" Everden.
Anthony "Átomo" Wild está tan enamorado de mí como yo de él, y es tan obvio que cualquiera cuando nos ven juntos lo sabe.
—¿Mi pastel de cumpleaños también dirá todo eso?
—Eso tendría que ser un gran pastel de cumpleaños para tener tantas palabras, me temo. Además, creo que es mucho mejor que guardemos el postre para cuando volvamos a tu casa, ya que tengo algo preparado para ti.
—Ohm... —murmuro—. Pensé que se suponía que mi pastel de cumpleaños era lo suficientemente grande para que mi sexy novio saliera desnudo de él como un cliché americano que suelen sacar en las series de la televisión.
—¿Qué tal si salgo de las mantas desnudo en casa en su lugar? Menos lío de esa manera, me tienes más a mano y tendrás el sabor original para ti mismo.
Me encanta cuando Attom a veces dice "casa" a mi apartamento, porque aunque todavía no vivamos juntos oficialmente, él se queda casi todas las noches dependiendo de su trabajo.
La primera caja que deja sobre la mesa llama mi atención.
Desato el lazo y el papel de regalo se rompe fácilmente en mis manos pese a no parecer demasiado ansioso. No hay forma de que Attom lo haya envuelto él mismo. Cuando se trata de otras cosas como dibujar y llevarme a un nivel superior en el dormitorio, es muy talentoso, pero ser pulcro y paciente al doblar papel no es una de sus habilidades que haya observado durante todo ese tiempo juntos. Vi su obra en el regalo de su hermano hace unos meses, por lo que no puede engañarme.
Hay una caja marrón muy bien sellada con cinta debajo del papel. Muy de Attom hacerme trabajar por mi regalo como él me hizo trabajar por todo lo demás.
Siempre estoy feliz de obtener mi recompensa final después de ser tan paciente, lo cual es un rasgo que me caracteriza aunque eso a veces sea difícil; también es necesario eso para ser profesor, sino me volvería loco. Afortunadamente, no tengo que ser paciente por mucho más tiempo cuando saco tres artículos envueltos en pañuelos de papel de la caja. Con una gran sonrisa en mi rostro, desenvuelvo el primero: Un pop socket con las palabras "no me dejes varado" con un asteroide perdido y llorando mientras intenta saber dónde está.
Me rio como un tonto, a lo que él dice:
—Visto que eres experto en perder el móvil, y no quiero que otros chicos cuelen sus números entre tu listín telefónico, ahora tienes una buena razón para tenerlo siempre a mano —me guiña el ojo para decir más de lo que le gustaría entre esas palabras.
El segundo papel es de seda y pedazos de cachemira de imitación, donde saco un par de esposas afelpadas con una nota: "A tu Sr. Pervertodo, sexy y tatuado, le gustaría saber si será un buen rehén en tu cama cuando te sienta un chico malo".
Tonto que eres, Attom, maldita sea.
—Lo comprobaremos en casa... —murmuro, no pudiendo controlar el calor de mis mejillas, asegurándome de que pareceré un maldito semáforo a sus ojos—. ¿El último regalo es inapropiado para un restaurante?
—Depende del restaurante —bromea, a lo que yo le miro con una ceja arqueada y un poco serio—. Es broma, así que puedes abrirlo sin ningún problema. Te lo prometo.
El tercer regalo es una caja que contiene un papel hecho a mano, obviamente dibujado por Attom con detalles súper detallados, diciendo: "Guárdame para cuando cumplamos un año juntos como pareja".
No sé muy bien que pensar al respecto, pero cuando lo miró él sólo susurra:
—Es una sorpresa...
La cena no dura mucho porque ya tengo ganas de llegar a casa y comer el postre. Nos apresuramos a ir a mi apartamento y caer el uno sobre el otro, completamente desnudos en mi cama. Siempre podemos comer pastel más tarde, y estoy listo para usar mis nuevas esposas con el único propósito de esposar a Attom a mi cama y mantenerlo como rehén durante todo el fin de semana para demostrarle que yo también sé ser un chico malo y un poco cabrón.
Acostado debajo de mí, Attom es la vista de la perfección mientras entierro su polla profundamente dentro de mí, cabalgándolo duro y rápido. Él siempre se siente tan bien, y me encanta la forma en que sus manos descansan sobre mis muslos y se deslizan por mi cuerpo cuando encuentro mi orgasmo. No le toma mucho tiempo seguir detrás de mí mientras su agarre en mis caderas se aprieta.
Mientras colapso en el espacio vacío a su lado, él ata el condón y lo tira a un cubo de basura cercano. Su mano encuentra la mía y se la lleva a la boca para besar el interior y el exterior. No sé por qué, pero siempre me encanta cuando hace eso. Es como esta cosa especial entre nosotros, nuestra y solo nuestra.
Pequeñas caricias y besos como ese me ayudan a volver a la tierra y me envían calidez, ofreciéndome una sensación de consuelo y recordándome cuánto me desea. Algo en lo que no dudo mucho. Mi boca busca la suya, y mi lengua pasa por sus labios, moviéndose junto a los suyos lentamente. Su mano derecha cae en mi cabello, y mi mano se desliza por su espalda todavía sudada, recordándome que necesitamos una ducha urgentemente. Pero siempre quiero tomarme mi tiempo en momentos como estos cuando ambos regresamos al planeta tierra desde nuestra propia forma de cielo.
Mirando las esposas mientras nos dirigimos a la ducha, ya estoy haciendo planes para ellas más tarde. Aquellos que implican gastar la mitad de la mañana para llevarlos a cabo.
Pensamiento que sigue incluso al día siguiente, donde tengo la vista de un Attom muy sexy que sólo lleva la ropa interior apretándole ese bonito trasero alzado y un delantal sencillo. El café y las tostadas de la otra vez me hacen recordar que, cuanto más tiempo se queda dentro de mi casa, más quiero que se quede definitivamente.
—Creo que eres el mejor complemento de cocina, ¿lo sabías?
Él, sonriendo, responde:
—Es porque soy una marca digna de recordar, incluso si me cambias de lugar.
Y sólo con esa frase, me largo a la habitación para darle uso a esas esposas ahora mismo.

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𝕸𝚊𝚛𝚌𝚊 (𝙸𝙼)𝓟𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚊
Nonfiksi[LIBRO 1] Hallen es un profesor de ciencias en la secundaria, el cual intenta que su vida intente ser lo más correcta posible, y sin embargo parece que nunca encuentra el marcaje perfecto para que todo cobre sentido. Tanto su vida como él son un des...