26. No puedo rendirme

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𝙰𝚝𝚝𝚘𝚖

Dado que mi vida parece estar en un completo caos y mi agenda mental está prácticamente en blanco, mi hermano logra convencerme de unirme a él en una serie de recados a cambio de un desayuno gratis. Voy a ser sincero, no soy de los que dicen no a un desayuno gratuito, incluso si eso significa conformarme con una taza de café de marca genérica y unos cereales que parecen tener más azúcar que sentido común. ¿Quién puede resistirse a la magia de un desayuno gratis?

Después de una serie de vueltas de un lado a otro durante la mañana, nuestro último destino nos lleva a salir de una licorería. Mi hermano necesita abastecer su bar, ya que algunos productos se están agotando. Afortunadamente, el pedido se retrasará un poco, así que podré disfrutar de mi desayuno sin preocupaciones.

Y justo cuando pensé que el día de hoy podría mejorar un poco después de una monumental metida de pata monumental que ocurrió el día anterior, me encuentro con la última persona que esperaría ver saliendo de un sex shop: Rojo.

Me resulta bastante irónico que el mismo tipo al que conocí aquella noche en el bar, ese chico que se sonroja con facilidad y parece sentir vergüenza al tocar ciertos temas, esté saliendo de una tienda como esa. Pero cuando su amigo Dan aparece justo detrás de él, todo comienza a encajar. Si Dan es la mente maestra y Rojo es fácilmente influenciable, entonces ya no me sorprende tanto. Observo cómo el pelirrojo camina nerviosamente, manteniendo una postura un tanto encogida y haciendo ese gesto característico: ajustándose las gafas que, por mucho que lo intente, nunca parecen quedarle del todo bien. Es como un tic nervioso que claramente refleja que está fuera de su zona de confort o que Dan lo ha empujado a hacer algo que probablemente no haría por sí mismo.

Curiosamente, a pesar de haber sido un completo idiota, muchas de las observaciones que compartí con Hallen ahora me parecen como pequeños pellizcos para recordarme que, por mi propia estupidez, no podré explorar esas facetas más de cerca.

Bueno, la verdad es que lo que más me llama la atención no es tanto el hecho de que Hallen haya salido de un sex shop y se mueva como si estuviera interpretando un papel de caricatura, con su mirada inquieta explorando todas las direcciones, sino esa pequeña bolsa rosa con estrellas que sostiene en su mano con un agarre firme. La curiosidad de saber qué diablos ha comprado se apodera de mí, y no puedo evitar preguntarme si, en realidad, he estado equivocado todo este tiempo y ha sido idea de él llevar a Dan a una tienda de ese tipo, y no al revés.

De repente, como si un zumbido hubiera rasgado el aire, Dante se detiene en mitad de la acera y se voltea para mirar a mi hermano. Casi como si tuviera un radar para detectarlo, como un perro de caza que huele la presa. Le sonríe, y sus ojos brillan un poco, hasta que esa sonrisa se transforma en una línea recta y sus ojos pasan de brillar a arder, justo cuando nuestras miradas se cruzan por unos breves segundos. 

Dicen que si te atrae alguien, deberías acercarte a su mejor amigo, pero parece que en mi caso estoy logrando todo lo contrario, y el odio hacia mí solo parece crecer.

Como resultado, Hallen también detiene su paso y dirige su mirada hacia la misma dirección que su amigo, tratando de entender por qué Dante se ha quedado parado de repente. Queda inmóvil, como un conejito atrapado en mitad del asfalto, sosteniendo la bolsa rosa que tiembla en su mano. Sus ojos oscilan entre mí y la bolsa que lleva, y su rostro se tiñe de un rojo tan intenso que casi hace desaparecer cualquier vestigio de su tono de piel natural. Es un enrojecimiento tan absurdo que lo hace ver estúpidamente adorable, aunque eso sea algo que no podría confesarle en persona.

En ese momento, siento un fuerte impulso de acercarme a él, de preguntarle si podemos hablar para tratar de enmendar la cagada que cometí anoche de una forma garrafal. Pero antes de que pueda dar un paso adelante, Hallen se apresura hacia el coche de Dante, y su nombre escapa de mis labios como un intento inútil:

𝕸𝚊𝚛𝚌𝚊 (𝙸𝙼)𝓟𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora