7. 𝚃𝚞 𝙷𝚊𝚍𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚜𝚞𝚎𝚛𝚝𝚎

354 54 0
                                    

𝙷𝚊𝚕𝚕𝚎𝚗

Cuando era niño, siempre pensé que ser profesor de ciencias tenía que ser algo impresionante y memorable, pero con los años me percaté que si sobrevives a un experimento cuando tus alumnos adolescentes no te hacen ni caso, entonces eso sí es memorable. Cada vez que un recipiente no explota, nadie se desmaya, nadie se ríe por decir "pene" o "vagina" como si tuviéramos seis años... siento que ser profesor de ciencias es gratificante. Aunque lo sería más si aumentaran mi salario un poquito más.

De todas maneras no importa, hoy es jueves y estoy listo para que el fin de semana salga por primera vez de mi zona de confort. ¿Estoy preparado? No, no lo estoy. Por mucho que me interese pensar que veré al tatuador sexy llamado Attom, siento una mezcla entre miedo de ser rechazado, pánico de cometer un error por mi torpeza y dudas de si mi impulso tiene algo bueno pese a tantas cagadas acumuladas. 

¿No se supone que yo fui bueno en esta vida? ¿Dónde está mi maldito buen karma?

Hay algo en algún lugar de mi cabeza que me insiste que me aleje, que esto de ir tras él no es una buena idea; pero hay otra que me regaña diciéndome que ser virgen a los treinta es una maldita vergüenza, que ya es hora de dejar de ser un chico mojigato y bonachón. 

No importa, no escucho a ninguna de esas dos voces que me han estado jodiendo desde el sábado por la noche, y más todavía cuando necesito largarme a mi maldito departamento para que mis compañeros de trabajo no me detengan de camino al aparcamiento.

Yo lo siento por esas personas que quieren que los introvertidos socialicemos, pero temo decir que no somos introvertidos por gusto. Sabemos cuándo podemos sacar la cabeza de la concha, y cuando endurecer las defensas. Yo soy un ejemplo terrible como introvertido que intenta conversar con otras personas, pues como dije me pongo muy nervioso y termino pareciendo un completo imbécil que habla siempre de las cosas que me gustan como mecanismo de defensa. Juro que cada vez que un compañero de trabajo me detiene, sufro un micro-infarto. Por mucho que me esfuerce en mantener una breve charla, termino jodiéndolo.

Jakie dice que soy como un boleto de lotería: La mayoría de veces decepciono a la gente, y unos pocos afortunados me disfrutan.

No sé para que quiero enemigos, si tengo amigos que hablan de mí de un modo tan... No sé como catalogarlo realmente. 

El único lado bueno de ser "socialmente incómodo", es que tanto Jakie como Dante están curados de espanto, incluso cuando me pongo en "modo hiperfoco" hablando de algo que a lo mejor ellos no entienden pero se toman la molesta de escuchar un largo rato. Ellos son extraordinariamente más extrovertidos que yo, por lo que yo no socializo —ni hago el intento— salvo si ellos me arrastran... haciendo que la ruleta vuelva a girar.

Toda esta semana he estado jugando al escondite con Lander en el trabajo, saliéndome todo demasiado bien. Así que sé que mi suerte terminará pronto. De hecho, lo vi en la cafetería en la hora del recreo, y si no fuera porque mi torpeza a veces crea momentos perfectos para desaparecer, me hubiera pillado con mi ensalada de pasta habitual que sabe a papel y cartón mojado. Ser torpe provocó que tropezara con el profesor de educación física, y éste resbalara con su propio cordón, cayendo encima de Lander. 

¿Fue mezquino largarse, aprovechando el caos? Por supuesto.

¿Me arrepiento? En absoluto.

No lamentaré tampoco el empezar a hacer mis propias ensaladas en casa, porque si debo de alimentarme de esa bazofia que venden en la cafetería del instituto, creo que en mis analíticas me saldrá alguna que otra deficiencia. ¿Pero qué tengo que decir en mi defensa? Bueno, pues no sólo soy torpe sino que también puedo pecar de despistado, por lo que no es raro que olvide colocar mi alarma el domingo y despertar todas las mañanas de lunes tardísimo que ni desayunar puedo.

𝕸𝚊𝚛𝚌𝚊 (𝙸𝙼)𝓟𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora