EPÍLOGO

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𝙷𝚊𝚕𝚕𝚎𝚗

𝚄𝚗 𝚊ñ𝚘 𝚍𝚎𝚜𝚙𝚞é𝚜

Después de un año de que Attom viniera para quedarse en mi casa, finalmente le sugerí que se mudara conmigo y estuvo de acuerdo. Toda la mañana, tuve este nerviosismo en mi estómago mientras caminaba de un lado a otro en su sala de estar, esperando a que saliera de su baño. Las palabras salieron de mi boca tan rápido en el momento en que mis ojos se encontraron con los suyos y supe que era demasiado tarde para cambiar de opinión. 

Esa enorme sonrisa en su rostro me dijo todo lo que necesitaba saber: Sí. La respuesta es "Siempre sí".

Todos los besos después y él básicamente llevándome a su cama prácticamente sellan el trato, y solo dos semanas después, está moviendo todas sus cosas a mi apartamento. Ver sus cosas mezcladas con las mías lo hace sentir mucho más real, y es casi como si perteneciera aquí todo este tiempo. Después de eso, no hay más ida y vuelta. De ahora en adelante, mi cama será oficialmente nuestra cama, aunque se siente como si hubiera sido así desde siempre, cada vez que mi nariz se veía invadida por el aroma de Attom mezclado con mis sábanas.

Hoy, el hombre más bello de mi mundo se va a hacer un tatuaje nuevo que es una sorpresa. La misma que, según me recordó esa misma mañana, era el el ticket que obtuve en mi primer cumpleaños junto a él. Nunca le he visto tatuarse en todo este año de pareja, así que estoy confundido sobre su opción.

Le observo sentarse en la silla, quitándose la camiseta, y sabiendo que todo su cuerpo en si es una obra de arte. No sólo por la diversidad de sus tatuajes, sino por sus músculos que se encarga de definir siempre que quiere tomarse un respiro del mundo y va a un gimnasio cercano. No es que vaya todos los días, pero se conserva bien.

—¿Alguna idea de qué haré en mi piel, más allá de hacerte saber que es un tatuaje especial?

—Siendo tú... me espero cualquier cosa sorpresa, así que no quiero arriesgarme a parecer tonto —sonrío levemente.

Mosbie viene detrás de mí y deja una bandeja con suministros. Mis ojos se posan en todo lo que nos rodea, buscando alguna pista de lo que Attom se va a tatuar. No hay fotos ni teléfonos abiertos para que me digan cuál es ese secreto, por lo que mi mano se mantiene unida a la suya junto al taburete que está al lado de su asiento. Soy testigo de como Mosbie limpia el área cercana al corazón, siendo un parchecito pequeño limpio sin tinta encima, y coloca una plantilla sobre la piel de Atto, impidiendo que pueda ver lo que es.

Esto es sospechoso...

Conociendo como lo conozco, estoy seguro de que será un tatuaje que no aprobaré de ninguna manera en el caso de que me lo hubiera dicho antes. Sin soltar mi mano, y todavía mirándolo con sospecha, él sólo me sonríe. No me gustaría algo cliché y tonto, esa tontería que hacen las parejas cuando quieren tatuarse algo en honor a su pareja, pero él parece bastante seguro de su opción y no parece que esté dispuesto a dejarlo pasar ahora que Mosbie inicia a tomar la máquina.

Sea lo que sea que se esté tatuando, mis ojos deciden quedarse clavados en la mirada de él para no ponerme nervioso. Las agujas me ponen algo tenso, y con Dante me pasó algo similar cando miraba con curiosidad el tatuaje en su piel. Aun así, mirar a Attom es una buena forma de centrarme en las mariposas que crea en mi vientre, y el atontamiento que crea su sonrisa que sólo me dedica a mí de manera genuina. 

No sé por cuánto tiempo me quedo medio idiota mirándolo, pero sí supongo que es el suficiente para que Mosbie nos avise de que ya ha terminado y sólo queda el toque final.

—Bien, Rojo —suelta Attom sonriente—. ¿Preparado para tu sorpresa de cumpleaños atrasado?

No encuentro palabras cuando, Mosbie, me entrega la pistola de tatuajes y parezco más perdido que un venado en medio de una carretera antes de ser aplastado por un coche.

—Si sabes colorear dentro de las líneas, no será difícil —bromea él.

—¡E-esto es permanente y yo soy torpe!

—Rojo —interviene Attom todavía con su sonrisa—. Que hagas tú eso, lo hace más especial, y sólo es un movimiento sencillo.

Agarro la pistola de tatuaje en mi mano con cierto temo, y observo el nuevo tatuaje que se ha hecho el hombre mi vida: Un anillo, donde en lugar de una joya hay un cometa con llamas en su cola, con una frase y dos casillas: " Marry me? Yes / No "

Mis ojos se mueven hacia la mano de Attm, que sostiene una pequeña caja negra con el anillo perfecto en el interior, formado por una preciosa gema roja —quizás un granate, porque un rubí sería carísimo—. Estoy tan nervioso que mi mano permanece aferrada a la pistola de tatuaje, mientras que la otra cubre mi boca para no soltar un grito que inicia una rebelión electrizante entre mi torrente sanguíneo.

—Venga, Rojo, ¿cuál es tu respuesta?

Ni siquiera estoy seguro de poder mover mi cuerpo en este momento, y ciertamente no me siento seguro acerca de que mis manos estén lo suficientemente firmes como para marcar la casilla que automáticamente sé que quiero elegir. No hay duda de que quiero pasar el resto de mi vida con él. Simplemente no puedo procesar por qué alguien como él me elegiría entre todos los demás en el mundo. ¿Cómo tuve tanta suerte de escribir esta respuesta en un lugar donde siempre permanecerá?

Mi mano se cierne sobre su piel y con cuidado dibujo una marca de verificación no tan perfecta en la casilla junto a "sí". 

Dejo la pistola y extiendo la mano para que Attom deslice mi nuevo anillo en mi dedo. No soy una persona de joyería, pero esta será una pieza que nunca me quitaré incluso si termino muerto en un ataúd feo y polvoriento. Me cuesta mucho no estar sobre Attom en esa silla, y puedo decir que se da cuenta de lo mucho que necesito que esté cerca de mí en este momento. 

Mosbie termina rápidamente el cuidado del tatuaje en Attom para que pueda acercarse y tomarme en sus brazos, rozando dulces besos en mi cara donde aún caen las lágrimas. Desliza cada uno con sus pulgares antes de presionar un beso en la punta de mi nariz.

Pasando mi mano por su cabello, lo beso en los labios una y otra vez antes de alejarme un poco.

—Dios mío, Attom, estás completamente loco por haber esperado tanto para hace esta locura.

Sin siquiera importarle, toma mi mano y los labios de él posan un beso ligero justo en el anillo que hay en mi dedo, brillando con la luz del techo.

—Las sorpresas y las locuras son mi especialidad, por eso tengo al hombre más maravilloso del mundo a un paso de ser mi esposo.

Y así, oficinalmente, ambos hemos sido marcados de distinta manera: Attom en su corazón con una marca imperfecta por mis nervios, y yo por un anillo demasiado perfecto para que sea real. Pero lo es. Estamos a nada de casarnos, y todo se siente idílico, como un sueño del que no quieres despertar.

 Estamos a nada de casarnos, y todo se siente idílico, como un sueño del que no quieres despertar

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