17. Media ebullición

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𝙷𝚊𝚕𝚕𝚎𝚗

Attom tiene un efecto extraño en mi cuerpo, uno que va más allá de masturbarte estando borracho o medio drogado por un calmante. Es una reacción química que bulle bajo mi ropa, aun cuando él sólo pasea sus dedos obre la tela, mientras mi cuerpo se activa solo. ¿Se sentiría igual si me tocara debajo de la ropa? ¿Sería "un tipo fácil" si le permitiera tocar lugares onde no he permitido a nadie más tocar?

El beso con él ha sido bastante interesante, sabroso y caliente. 

Mi problema es que debo de tener cuidado con no alargar demasiado todo esto, ya que es obvio que esto no significa lo mismo para ambos. Se nota en el contacto de sus manos, en la búsqueda de crear sensaciones directas con mi cuerpo, pero sobre todo con esa mirada de deseo que recorre mi piel de arriba a abajo con una obscuridad absorbente. Él tiene bastante experiencia conquistando a otros, no hay más que observar la naturalidad de sus movimientos y el juego de palabras que emplea entonando la voz perfecta.

Justo cuando nos movemos un poco mejor, él se inclina para que su boca cree un suave roce antes de empujarse contra los labios y la lengua ingrese dentro de la oquedad. Giro la mía suavemente, sintiendo que el beso profundiza más por el hambre de tenerlo, por lo que no estoy seguro de si lo estoy haciendo bien o sigo siendo un poco deficiente. Se siente todo un poco caótico y desordenado; imperfecto; pero al mismo tiempo te da la sensación de que será todo lo contrario. Todos los pensamientos coherentes se salen de la ventana justo cuando juega con mi boca empleando el piercing, creando un ardor sucio en el bajo de mi estómago.

Las manos de él son ásperas y callosas, se deslizan por mi piel y la tela conforme sus manos comienzan a prenderle fuego a las zonas que se pasea. Al principio sólo es la espalda y mi pecho poco definido, pero a los pocos minutos, en medio del fragor del momento, noto que baja —la mano de la espalda— hasta meterse dentro de mi ropa interior y los dedos acarician la parte superior de mi raja. No puedo evitar gemir y él tampoco evita comerse mi boca. Mis zapatos se presionan contra la tela, apegado a la caja de la furgoneta, y mis dedos se dirigen rápidamente hacia el cabello oscuro...hasta que con la otra mano me percato que acaba de desabotonar mis vaqueros con tanta facilidad que me deja traspuesto. 

Estamos yendo DEMASIADO rápido. ¿Y cuándo ha aprendido a desabotonar un pantalón de esa manera?

No, Hal, no pienses. Eso empeora todo.

Me concentro en la forma que su lengua no deja de moverse dentro de mi boca, en lo bien que se siente sentir su piel frotándose con la mía, y esta reacción que jamás en toda mi vida me había provocado nadie. Lo más cercano a una buena química, digna de mención, es cuando piso el laboratorio de ciencias de la escuela; o cuando empatizo demasiado con un personaje desafortunado en una serie televisiva porque sé de antemano lo que piensa y cómo actuará antes de que ocurra. 

Esto, en cambio, es... adictivo. Se siente como si en cualquier momento me lo fuera a quitar o prohibir, dejándome con las ganas de más.

La sensación es ignorado justo cuando nuestras bocas se abren un poco más, exhalando aliento caliente y un jadeo de sorpresa por mi parte cuando me saca mi erección del bóxer, comenzando a darme una suave y gentil caricia con la mano en la base. No tengo ni la menor idea de cómo debo de actuar en esto momento, si debería estar haciendo algo o hacer este juego un poco más complicado por si es de los que les gusta que peleen.

Ante mi indecisión, Attom me mueve para dejarme boca arriba en la parte trasera del vehículo para que pueda ver las estrellas desde mi posición. La saliva que cae segundos después sobre la punta de mi boca, hace que me estremezca y la mano agilice mejor la masturbación.

𝕸𝚊𝚛𝚌𝚊 (𝙸𝙼)𝓟𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora