XXVI

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La habitación se encontraba en una ligera penumbra

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La habitación se encontraba en una ligera penumbra. No parecía que se le diera un uso bastante habitual. Las persianas estaban bajadas y el mobiliario era escaso.

Alexia estaba apoyada al lado de la ventana, tratando de recuperar el ritmo normal de su respiración. Elena entornó la puerta, dejando la seguridad de la habitación tal y como la había encontrado, sin exponer el refugio que la rubia había encontrado en un lugar atestado de periodistas.

—Hola... —susurró cerca de ella.

—...Hola —saludó sin demasiada energía. Elena, sin decir nada, se apoyó contra la repisa, a su lado derecho—. ¿Ha sido muy malo?

—Ya se han marchado —respondió con tranquilidad. Después, recordando lo que acababa de ocurrir, tragó saliva—. Creo que al final la que va a ser noticia voy a ser yo. Siento haberte robado el protagonismo.

Alexia dejó salir una risa amarga.

—No pasa nada.

En un silencio cómodo, la asturiana se permitió cerciorarse del estado de la exfutbolista, que parecía haber transformado la ansiedad en tristeza. Alexia era consciente de lo que significaba haber abierto la puerta a Elena, también del factor metafórico del hecho. Estaba frustrada consigo misma por ello, por no haber podido con ello ella sola, sin su ayuda, sin esa tierra firme que le había hecho tanto daño. Sería cuestión de una vez. Alexia debía respetarse, mantener el orgullo frente a alguien que la había hecho sufrir durante tanto tiempo, de una forma tan cruel, por mucho que a veces pareciera un espejismo de lo que había sido.

—¿Cómo vas?

—Mejor —respondió sin más—. Estoy bien, no sé. Creo que he perdido un poco la compostura.

—Si me permites decirlo, como directora de prensa, no es nada que no sea completamente justificable —Se encogió de hombros—. A cualquiera le hubiera pasado lo mismo.

—A mí no me debería haber pasado.

Elena rodó los ojos. Luego, esbozó una sonrisa.

—No empieces.

Alexia también sonrió. Se mantuvieron así por unos segundos. Se miraron.

—He hecho un poco el ridículo.

—Cualquiera se hubiera agobiado —Le quitó importancia—. Sobre todo si no te gusta hablar de estas cosas. Siento mucho que te hayas visto en esta posición.

—No es culpa tuya —suspiró—. Es de la federación.

—Pero yo te pedí a ti para NOVA.

La rubia asintió en silencio. Quizás Elena no estuviera al tanto de que ella había sabido eso desde el principio, desde antes de haber aceptado. Desde luego no sabía que precisamente ese había sido el motivo por el que había terminado por aceptar. Entre otros muchos otros, por supuesto.

Volver a casa || Alexia PutellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora