XXVII

1.3K 112 12
                                    

No se hablarían

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No se hablarían. Apenas tendrían que mirarse durante unos segundos, compartir un saludo como mucho,  para que Lexi no sintiera que se arrancarían la cabeza frente a ella.

Su hija no tenía demasiadas ganas de pasar el fin de semana con su padre, por mucho que, luchando contra su propio instinto, Elena se había esforzado en hacerle entender que la discusión que habían tenido no debía afectar a su relación con David.

Llevaba al teléfono los últimos diez minutos, dedicándole alguna carantoña de vez en cuando a Lexi, que se entretenía con un par de juguetes. Estaba bastante ocupada.

—Y por eso quiero que te ocupes tú.

—Aleix, no sé si es la mejor idea.

Había estado insistiendo desde que había respondido al teléfono. Aleix Bosch era un hombre muy persuasivo.

—No se puede permitir que Putellas se desmorone así en una simple rueda de prensa en la que tratamos de recuperar nuestro poder.

—Es un tema delicado —La exculpó.

—Hay muchos temas delicados —Replicó—. Ponte con ello, es el eslabón más expuesto y, por tanto, también el más débil —Ordenó—. Viaja hasta Manchester y trabaja directamente con ella. No nos sobra el tiempo.

La sola mención de la idea le revolvió el estómago. Más ahora que NOVA había ordenado el traslado de Martina a Manchester, para evitar especulaciones y habladurías.

No tenía nada en contra de ella (odiaba no poder encontrarlo), pero la idea de compartir espacio con las dos de nuevo no le resultaba apetecible en aquel momento.

—No —dijo, simplemente—. Hay otras personas que pueden ocuparse de ello si Irene lo ve necesario.

—Pero tú eres la directora de prensa. Irene querrá que seas tú.

—Precisamente. Soy la directora de prensa y yo decido estas cosas. Si Irene está tan convencida de que debo ser yo, que se ponga ella misma en contacto conmigo.

Elena pudo escuchar silencio al otro lado de la línea.

—Tenemos que enseñar a su novia, que las vean juntas, que a la gente le gusten. Eso no debería ser un problema. Según me han dicho, es un absoluto encanto —Si el pensamiento no fuera irracionalmente paranoico, juraría que Aleix trataba de manipularla para que aceptara. Era simplemente imposible. No debería ni saber la historia que había entre Alexia y ella—. Alguien tendrá que estar con ellas y dirigirlas.
¿Le había molestado lo que acababa de oír? Sin duda. ¿Iba a dar su brazo a torcer? Por supuesto que no.

—Aleix, no. Tengo otras cosas que hacer. Como directora creo que tenemos que centrarnos ahora en otros temas y no sólo en Alexia.

La conversación terminó poco después. No sabía por qué era ahora Aleix el encargado de coordinar estas cosas, pero le había parecido que preguntar resultaba un poco maleducado.
Esperaba que Irene Lozano no buscara a alguien que la sustituyera en aquella tarea a tiempo completo. A pesar de que sería supervisada por ella de todas formas, haberse negado a la proposición no implicaba solamente preservar su salud mental a base de "corazón que no ve, corazón que no siente", sino también sacar a Alexia de aquel foco que sabía que le hacía tanto daño. El papel de la exfutbolista ahora debía ser sólo ganar, hacerse un nombre. Centrarse en el fútbol. Pasearla como a un mono de feria lgbt no haría otra cosa que desestabilizarla. No la necesitaban tanto. O, al menos, Elena no quería pedirle tanto.

Volver a casa || Alexia PutellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora