Es el año 2027. Tras la operación de ligamento, la recuperación de Alexia, que parecía muy prometedora, se vio truncada por una complicación tras otra. El tiempo, una lenta recuperación y la edad, terminaron por alejarla del fútbol profesional.
Aunq...
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—Has venido.
Nadine Kessler la miró cargada de respeto. Sabía que vendría. No lo había dudado ni por un segundo. Alexia sólo asintió. Quería preguntarle mil cosas, tantas que no sabía por dónde empezar. Decidió aceptar la copa de de champán y dejar que el propio contexto le explicara todo lo que necesitaba saber, como había pasado hasta aquel preciso momento.
Las dos comenzaron a caminar hacia el escenario, hacia donde todo el mundo parecía estar reunido. Nadine dejó el teléfono móvil en una bandeja, en una de las mesas, que parecía estar custodiada por una chica muy seria, que no compartía contacto visual con ninguno de los presentes.
—Debes dejar el móvil aquí —Alexia no replicó, pero Nadine se explicó—. Es por seguridad.
Nadine Kessler tomó a Alexia del brazo y la guió de nuevo en su camino. No había que ser demasiado observador para darse cuenta que su presencia en aquel lugar era mucho más cómoda que la de Alexia. Quizás no era ni siquiera su primera vez.
El salón tenía una decoración impecable. Del techo caían delgadas telas, sin tensión hacia las paredes, dando un aspecto más acogedor. Las sillas se colocaban con gracia alrededor de varias mesas y unos cuantos camareros se paseaban por la estancia a paso rápido con bandejas repletas de pequeños bocados de comida demasiado caros para lo que llenaban y botellas de champán.
Alexia dio un sorbo a la que tenía en la mano, observando el lugar con detenimiento. Nadine le tocó el hombro llamando su atención.
—Debo ir a hablar con algunas personas antes de que empiece el acto — «¿Acto?», pensó—. Date una vuelta.
Cuando su mano se separó del hombro de la exfutbolista, Alexia la mantuvo ahí con la suya, evitando que se marchara.
—Espera —rogó—. ¿Todo esto es cosa tuya? ¿Lo has organizado tú?
La morena sonrió, negó con la cabeza y se marchó.
Alexia se queda observando la escena, caminando sin rumbo entre vestidos y trajes caros acompañados por vasos de champán. Es entonces cuando identifica a Ainhoa Tirapu, exfutbolista y miembro de la AFE conversando con José Luis Palomino, presidente de la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino. ¿Qué pintaba ella allí rodeada de personas como aquellas?
Dio otro trago a su copa y, a su lado derecho, otra cara conocida tomaba una especie de esfera de limón que uno de los camareros le había ofrecido.
Vero Boquete abrazó a Alexia con fuerza, dejando de vuelta aquella extraña comida con forma antinatural sobre la bandeja.
—¡Alexia! —exclamó con una enorme sonrisa—. Hacía mucho tiempo que te veía. Estás fantástica.
—Por favor, no me digas eso como si estuviera en edad de verme bien para mi edad —Se quejó, relajándose y disfrutando de haber encontrado en aquel lugar tan incierto una persona con la que compartía tanto.