capitulo 18.

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Conrad y yo estábamos encerrados en el baño de mi casa, habíamos venido directamente desde Londres y ahora la situación que nos ató es un poco complicada.

—Conrad nos van a matar.

—No lo harán, no te adelantes a otras posibilidades, primero tenemos que estar seguros.

—El vomito, el sueño, los cambios de humor, claro, es solo un virus al estómago—respondí sarcástica.

—Si quieres estar segura solo hace pipí en el test y esperemos los minutos necesarios.

—No voy a orinar contigo aquí—me alarme—. Eso es raro.

—Cariño, te he visto de todas las maneras posibles, no hay nada de que avergonzarse.

—Está bien, pero voltéate.

—Si eso te hace estar más tranquila.

Él obedeció y se quedó mirando a la puerta mientras yo orinaba en el maldito palo.

—Allá va—rompí el silencio.

Esos minutos fueron los peores de mi vida.

—No te quedes ahí mirándolo T/N, solo dime cuantas rayas hay en el test.

—No me presiones—solloce—. Estoy muy nerviosa, parezco chihuahua y no de los bonitos.

—¿Quieres que lo haga yo? Uno de los dos tiene que mirarlo—me dio aliento.

—Descuida, creo que puedo hacerlo.

—Oye, sea lo que sea voy a estar contigo durante todo esto, no estarás sola nunca más.

—Lo sé, pero demonios. Estamos hablando de tener un bebé, ¿crees que estamos listo para ello? Somos estudiantes y no tenemos un lugar para nosotros, no tenemos nada y nos van a matar...—me detuvo.

—Si es que lo estás, lo aprenderemos en el ruedo, ahora solo mira ese test y ve si tendremos que comprar pañales o no.

—Cruza los dedos por un negativo, cariño.

—Lo haré—sonrió.

—Allá vamos.

Ambos estábamos mirando el test ansiosos, no nos habíamos cuidado esta vez y pues, fue solo la alegría de haber vuelto a nuestros hogares, la tortura de Londres había acabado. 

—¿Cuántas son para positivo?—le pregunté.

—Una es negativo, dos significa positivo.

—Uhm, Conrad no veo nada—me volteé a verlo con culpa—. No llevo las lentillas y no estoy usando mis lentes.

—¡Me está dando un infarto aquí y tú sin ver nada! ¡Dame eso!—tomo el test en sus manos y lo miro unos segundos antes de levantar su vista hacia mi.

—No te quedes callado Conrad, dime que es, ¿vamos a comprar pañales o la nueva play cinco?

—La play cinco será.

Confundida tome el test en mis manos y aunque no veía nada más que unas líneas borrosas, camine con el test en mi mano y me senté en la cama, en donde estaban mis gafas.

—¿Te sientes aliviada?—preguntó sentándose a mi lado.

—Un poco sí, ¿tú?

—También—respondió abrazándome.

—¿No estás desilusionado?

Negó.

—No lo estoy, aunque amo la idea de tener una familia contigo y todo eso, sé que aún no es el momento correcto para hacerlo, ahora mismo estamos estudiando y no tenemos todo lo que se necesita para ser padres.

—Tienes razón.

—Esperemos el futuro cuando estemos estables y con todo lo necesario para tener un bebé, ahí podemos plantearlo de nuevo, por ahora solo debemos cuidarnos y que nunca nos falte un gorrito.

—Nunca más—respondí aliviada.

—Incluso si nos gana el calor del momento, siempre tendremos un condón a mano.

—Compraremos cajas—me reí.

—T/n, pidamos algo para comer, no tengo ánimos de salir ni de cocinar.

—Podemos pedir comida china, ¿te agrada la idea? Aunque sé que prefieres la italiana—me reí.

—Puedo comer lo que sea, aunque si puedo elegir preferiría comerme una gran hamburguesa con papas fritas.

—Entonces comamos eso, no tiene mucha ciencia.

Conrad llamó a un local de comida rápida y le dijeron que en media hora tendríamos nuestra comida, en el tiempo faltante ambos nos estiramos en la cama, mi mamá aún no llegaba a la casa así que teníamos un rato para nosotros, aunque después del susto dudo que nos descontrolemos muy pronto.

—No recuerdo haberte dicho pero Jere me contó que nuestra querida Isabel a vuelto a ser la capitana de el equipo de Vóley.

—Uhm, ya lo sabía—sonreí culpable.

—¿Lo hacías?

—Sí, Belly lo mencionó cuando me llamó por teléfono hace unos días me lo contó, pero yo me olvidé de decirte a ti, lo siento.

—Descuida, no es como que andemos muy pendientes de ellos, oh Dios, eso ha sonado horrible—cerró sus ojos riendo.

—Entiendo el punto de esto, no te preocupes.

—¿Has hablado con Theresa y Theo?

—Lo hice, están tristes porque nos vinimos a casa pero luego de una larga llamada por teléfono eso se arregló.

—Tus hermanos son buenos, no sé cómo porque sus padres son un asco.

—Asumo que es gracias a la nueva niñera que tienen, porque la barbie plástica ni mi padre son buenas personas.

—Mmm, tienes razón.

Un rato después la comida llego, nos decidimos a ver una película de Marvel y estuvimos el resto de la noche estirados en mi cama hablando de nuestras vidas.

—¿Crees que Susannah nos esté viendo?

—Quiero pensar que lo está haciendo y que está feliz por nosotros, sé que la idea de ser abuela le debe encantar pero sabe que somos muy jóvenes y un poco tontos.

—Somos un buen equipo Connie, nos ayudamos mutuamente siempre y el bebé hipotético hubiese estado bien.

—En realidad más que bien—respondió.

—Lo sé—asentí—. Pero el futuro nos debe tener algo lindo porque lo merecemos más que nadie, después de todo lo que hemos pasado estos años, nuestro comportamiento estúpido y las cosas que dijimos en su momento.

—Sabes, nuestra historia fue el verano en que amamos, cada verano juntos, cada cosa pequeña siempre significó más que cualquier otra cosa, tú me enseñaste a querer a alguien como corresponde, y yo, pues soy yo.

—No empieces—advertí—. Me enseñaste que hay personas que cargan con mucho dolor y aún así ponen a los que quieren antes de él y están dispuestos a alejarlos y sufrir en silencio con tal de que ellos no lo hagan, me enseñaste a bailar, a jugar y a nadar, Connie tu me has amado en cada faceta, desde niños.

—Te amo T/N, realmente lo hago, no me arrepiento de decirlo y de sentirlo.

—Yo también te amo a ti, Conrad.

el verano en que amé. (Conrad Fisher y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora