capitulo 3.

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Intente dormir pero con belly a mi lado usando toda la cama no pude hacerlo así que me levanté, me abrigue un poco y camine hasta la playa para ver el amanecer.

Refunfuñe por lo bajo al ver a Conrad en la arena con un cigarro, me acerqué a su lado.

—¿Tan temprano y fumando?—lo asuste—. Hey criatura del océano.

—Hey—no despegó su vista del mar.

—No respondiste mi pregunta Conrad.

—No tengo porqué hacerlo.

Ouch.

—Quiero probarlo—apunté al cigarro.

—¿Que? ¡no! Josephine me mataría.

—Ella no se hubiese enterado—sonreí.

—Prefiero vivir, gracias.

—Bueno pero si yo no puedo fumar entonces tu tampoco Connie.

—¿Feliz?—se saco el cigarro de la boca y lo puso detrás de su oreja mientras me miraba, tenía unos ojos muy hermosos.

—Sí, así no te acostumbras y no hueles mal.

—¿Cómo sigue tu pómulo?—tomó mi mandíbula y la giro para poder ver el golpe.

—Estoy bien, ya no duele aunque anoche fue un poco.

—¿Horrible? ¿La peor fiesta de la vida? ¿Un fiasco total?

—No lo fue, pero no esta bien que andes peleando ebrio, te puedes hacer daño Conrad.

—No te preocupes por mi, yo estaré bien.

—Sabes que eso es imposible, eres mi familia y yo me preocupo por todos.

—Lo sé, siempre has sido buena.

—Creo que belly aceptará la invitación que le dio Susannah para ser una debutante—cambié el tema, era obvio que ninguno estaba de humor para hablar de la fiesta.

—Espero que lo haga porque ella quiere y no porque mamá la está obligando.

—Sabes que belly ama a tu mamá, la experiencia es bonita, y Susannah, ella es feliz donando a esa fundación, ambas estarán bien y felices durante el proceso.

—Como lo fue contigo el año pasado.

—Ni me lo recuerdes—me burle—. ¿Aun te duele el pie por todas las pisadas que te di bailando?

—No seas mensa t/n lo hiciste bien.

—Gracias por ser mi acompañante—sonreí—. Fuiste muy valiente al dejar que te pisara los pies.

—No fue tan así, dramática.

—Si tú lo dices.

—¿Vamos a por unos muffins antes de que despierten los demás?—ofreció.

Asentí.

Me dio su mano para levantarme y después el lo hizo sin esfuerzo alguno.

—¿Carrera hasta la salida de la playa?—preguntó.

—¿Y si nos caemos? ¿chocamos a alguien?—el se volteo a mirar y yo salí corriendo, lo distraje porque sabía que en cuestión de minutos me alcanzaría.

—Tramposa—se rio.

—Calla piernas largas, era una ventaja y ni aún así gane.

—Tendrás que crecer—puso su brazo sobre mi hombro.

La carrera, las risas y las charlas me hicieron sentir que éramos los chicos de doce años, que inventaban actividades porque no podíamos dejar de jugar, y tontear y yo tratando de ocultarle lo que siento, ahora estábamos comiendo los muffins en el auto.

el verano en que amé. (Conrad Fisher y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora