—¿Directo a su cabeza? —Isaac frunció el ceño, mirándome mientras su cuerpo reposaba sobre el mío.
—Sí, casi la atraviesa. Allison dice que no sabe qué pasó. Lo único que sabe, es que ve a su tía todo el tiempo.
—¿Kate? —asentí con la cabeza—. Están empeorando. —dijo refiriéndose a Scott, Stiles y Allison.
—Bastante. Lydia estaría muerta de no ser porque Evan decidió seguirlas. —al acabar mi frase otro golpe resonó por toda la casa, y luego un quejido.
Ni siquiera tuvimos que levantarnos para saber quien había tirado a quien y porque.
—¿Hasta cuando se llevarán así? Incluso él se lleva mejor con Derek.—Isaac giró los ojos ya hastiado de la actitud de perros y gatos que los hombres lobos habían tomado entre ellos.
—Bueno, ¿no te pondrías así si tú y yo termináramos y Scott me pondría el ojo encima? —cuando baje la mirada para verlo él ya lo hacía. Hubo un silencio, hasta que Isaac volvió a hablar.
—Bueno, de algo estoy seguro, si termináramos volverías a mi al darte cuenta que Scott no lo haría mejor que yo. —dicho esto, desapareció debajo de la sábanas.
Mire el bulto bajo las cobijas confundida. —¿Hacer q..? —iba a preguntar cuando un gritito salió de mis labios al sentir mi intimidad ser descubierta y luego lamida—. N–no podemos. —jadeé apartando las cobijas para tratar de apartarlo.
Pero la imagen de él entre mis piernas, saboreando mis jugos con su mirada azulada e intensa sobre mi no me lo permitió.
—Podremos, si te quedas callada. —sonrió contra mí sin apartar la mirada—. Scott está en la otra habitación y tu hermano arriba, se que puedes ser silenciosa, mi amor. —y su boca se pegó de nuevo a mi.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Tomé una manzana y me la metí a la boca. Scott apareció y me saludo con una sonrisa un tanto extraña. Paso una mano a mi lado para tomar en su caso una naranja y luego se alejó tomando su distancia.
Evan apareció también con una mueca de cansancio. Y tenía dos bolsas negras bajo sus ojos. Él se sentó en la silla que tenía al lado.
—¿Te divertiste mucho anoche? —gruño mirándome mal.
—Uh, no sé a qué te refieres. —le respondí confundida.
—¿Que hicieron Isaac y tú anoche? —averiguó sin borrar su expresión.
—Estudiar. —mentí con las mejillas coloradas. Me alejé para tomar mi bolso e irme de ahí lo antes posible.