Capítulo 13

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- ¿¡QUÉ!? ¡Dime que es una broma! - exclamo al oír el precio de lo que va a salir la reparación de mi moto.

Gracias a la bendita tormenta, la cual fue una de las más fuertes de lo que va del año, la rama de un árbol se partió y cayó encima del techo del estacionamiento que se encuentra a media cuadra de la oficina. Y como la suerte últimamente me ha abandonado, fue a impactar justo dónde estaba mi moto.

- Se daño una parte importante, y es un repuesto costoso. - dice el mecanico.

- ¿Y es necesario tenerlo?

- No. - responde logrando que se me forme una sonrisa animada. - Siempre y cuando quieras que estalle en llamas a los dos metros de usarla. ¿Eres pirómano?

Se me borra la sonrisa. Lo miro con fastidio. - Eso ha sido exagerado.

- ¿Quieres que hagamos la prueba? Si tu trasero no queda incinerado, te haré un descuento.

Resoplo. - Prefiero no arriesgarme, mi trasero es mi parte más bonita. - digo. Suspiro. - Bien, arreglala. Pagaré lo que sale.

Adiós a los ahorros para mis vacaciones. Adiós Tulum. Adiós playa paradisiaca. Adiós bronceado y deleitarme viendo hombres sexys en bañador.

- Pediré el respuesto ahora mismo. Te aviso cuando la tenga lista.

Para cuando llego a la oficina me tiro sobre mi silla, extenuado por la caminata y tomando con ambas manos mi caramel macchiato del cual no dejo de succionar usando el sorbete.

- Esto es raro. - menciona Sam extrañado. - Tú nunca pides tu café frío, solo cuando estas sin ánimo. ¿Qué te sucede?

- Siento que acabo de quemar mis sueños. - respondo lúgubre.

- ¿Te salió muy cara la reparación? - pregunta Liam.

- Digamos que si no tuviera esos ahorros, partes de mi cuerpo estarían siendo subastadas en el mercado negro. ¿Qué órganos son los imprescindibles para vivir, eh?

- Seguro que el cerebro no. - menciona Uma. - Digo, tu no lo tienes. - agrega divertida.

La miro con fastidio. - Ja ja. - digo con sarcasmo y sin ganas.

- ¿Por qué no la vendes? - sigue ella. - Seguro conseguirás buen dinero, es una buena moto.

- Porque soy propenso a llegar tarde a todos lados, y eso es lo único que me salva. Es imposible moverse en auto en la ciudad, y el metro siempre está abarrotado. Sin mencionar que la ultima vez me robaron cosas de mi mochila y mi bolsillo trasero.

- Es que tienes una cara que dice "Róbenme, por favor. Necesito el manoseo." - dice Sam, a lo que Uma y Liam rien.

- ¿Acaso en mi ausencia coordinaron atacarme? - inquiero. - Taylor Swift tenía razón cuando cantó "haters gonna hate hate hate."

- Hablando de haters... - continúa Sam. - Tu mayor fan quiere verte en su oficina. Preguntó hoy temprano por ti, y parecía más ceñudo que lo usual.

Resoplo y me paro de mi silla. - ¿Qué sigue? ¿Un tornado para medio día? - tomo mi mochila y me la cuelgo al hombro. - ¿Cuál fue el mal que yo hice?

Me dirijo a su oficina y toco la puerta una vez que quedo frente a esta.

Como ya es costumbre, está sentado co la postura rígida en su silla detrás del escritorio, que encima de este sus cosas se encuentran perfectamente acomodadas, como si estuvieran en exhibición. Así como su departamento...

El recuerdo me lleva a la noche del viernes. Fue tan inusual estar en su casa, en su hábitat natural. Jamás imaginé que estaría allí. O que armaríamos juntos un rompecabezas. Si me lo hubieran dicho hace unos días atrás probablemente me hubiera descorchado de la risa, porque me parecería una locura.

Tenía que ser élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora