Magnus me mete con rapidez en el armario.
- ¡Hermano! - lo llamo lloroso y aterrado.
- Atticus, no te muevas de aquí. - me dice apoyando sus manos suavemente en mis hombros y haciendo que me siente en la esquina el armario. - ¿Recuerdas lo que te dije?
- Que soy el Super Atti. - respondo sollozando.
Me sonríe. - Exacto. Y el Super Atti se va a quedar aquí quieto y sin hacer un solo ruido hasta que yo vuelva por él. ¿Si?
- No me gusta quedarme aquí en la oscuridad. - lloriqueo aferrandome a la ropa de mi hermano.
- Dejaré encendida la luz de noche de la habitación, entrara la luz por la rendija, así podrás ver. Mientras dibujas. ¿Que dices? ¿Me harías un dibujo en lo que yo regreso?
- Está bien.
Se pone en cuclillas delante de mí. Deja un beso en mi frente. - Sin hacer un solo ruido Atti. ¿Si? ¿Lo prometes?
- Lo prometo.
- Ese es mi super hermanito. - habla con voz suave, acariciando mi cabello y apartándome las lágrimas de los ojos. - Mañana iremos por un nuevo lápiz de color a la salida de la escuela, que debes completar tu colección si quieres ser un gran artista. ¿Si?
- Si.
Su mirada se endurece. - Sin importar que oigas no saldrás de aquí. ¿Lo prometes?
- Lo prometo.
- Y yo te prometo que nos iremos de aquí pronto. - susurra.
Me dedica una dulce sonrisa antes de volver a incorporarse y cerrar la puerta del armario, dejando apenas una abertura por donde entra luz.
- ¿¡DÓNDE ESTÁN ESOS MALDITOS NIÑOS!? - exclama una voz grave, aquella que consigue helarme la sangre y que mi corazón empiece a latir acelerado del miedo.
- Solo estoy yo en la casa. - es lo último que escucho decir a mi hermano, antes de que encendiera la vieja radio que está en nuestra habitación y saliera de allí.
Ahogo un grito al oír un estruendo de algo romperse. Cierro mis ojos y me aferro con fuerza a mi cuaderno de dibujos. Pienso en la voz de mi hermano, que siempre consigue confortarme.
"-Todo superhéroe debe tener una guarida donde resguardarse del villano. - comienza a decir. - Está será la tuya."
"-Es un armario. - le replique escéptico."
"¿Dónde está tu imaginación? - me reprocho indignado. - Claro que solo es un armario, hasta que tú lo conviertas en tu guarida. Pondremos una colcha en el piso, puedes pegar tus dibujos en las paredes, tenemos la radio, que por más que no deja cambiar de estación igual suena. Y yo podría comprarte de esas guirnaldas de luces."
"- ¿¡Con forma de estrellas!? - exclame entusiasmado."
"Mi hermano río. - No veo por qué no. Pero a cambio debes hacerme un dibujo, que nadie lo hace tan bonito como tú."
"Trato."
Pese a la poca luz puedo distinguir los dibujos que me rodean, los cuales he hecho yo, y que a mi hermano logran sacarle una amplia sonrisa cada vez que le enseñó o regalo uno.
Sobo y me aparto las lágrimas que siguen cayendo por mis mejillas. Abro mi cuaderno, agarro un color y comienzo a dibujar.
Dibujo sin parar, tan sólo centrándome en lo que tengo enfrente y en la música que llego a oír de afuera. Mi hermano dice que es jazz. Me gusta, porque me relaja.
ESTÁS LEYENDO
Tenía que ser él
Roman d'amourAtticus Lee es feliz. Esta en sus 30s. Trabaja de lo que ama, tiene unos compañeros a los que adora, puede costearse todos sus caprichos y las citas no le faltan. Siente que no le falta nada. Pero todo se da vuelta cuando llega un nuevo jefe a la e...