Rhett
A la mañana siguiente entro a mi oficina con la respiración agitada, y es que tuve que llegar a las apuradas porque me quede dormido.
Anoche por más que estaba agotado y me acosté temprano no conseguía dormirme, así que recurrí a tomarme un sedante para conciliar el sueño. Hace unos años atrás era bastante dependiente de esos fármacos, en consecuencia mi organismo se había acostumbrado y tenía que tomar dos para que me hiciera efecto. Es por lo que anoche tomé tres. Supongo que fue demasiado....
Me siento en la silla y saco de mi maletín el inhalador, lo sacudo e inhalo por este, lo que ayuda a que mi respiración se normalice. Repito esta acción un par de veces más. Cierro los ojos y hago la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo. Inhalo y exhalo.
- Rhett... - oigo su dulce y alegre voz llamándome. - Rhett... despierta... - puedo sentir que apoya sus labios suavemente en mi mejilla en un cálido beso.
Abro mis ojos y lo primero que veo es que cara sonriente, lo que me hace sonreír también.
- Buenos días... - hablo somnoliento.
- Querrás decir "buenas tardes", dormilón.
Giro mi cabeza hacia la mesa de noche y observo la hora en el reloj. - ¿¡Es tan tarde!? - exclamo sorprendido, sentandome sobresaltado. Llevo mis manos al rostro y lo froto. Lanzo un suspiro. - No debería haber dormido tanto, he desperdiciado el tiempo.
Atti, quien sigue sentado a mi lado en el borde de la cama vuelve a dejar un beso en mi rostro. - Tranquilo Rhett, es sábado. - dice con un tono calmo. - Los sábados son para descansar. Trabajas más duro que nadie, te lo mereces. - extiende su mano y desliza sus dedos por mi cabello, acariciándolo. - Además, como dice mi hermano, si dormiste tanto era porque lo necesitabas.
Quedo pensativo un momento. - La verdad es que no recuerdo cuándo fue la última vez que dormí tan también y de corrido.
Sonríe satisfecho. - ¡Ah, es que es mi colchón mágico! - exclama con entusiasmo.
O puede que seas tú Atticus, mi persona mágica...
Se para. - Ven, nos prepare algo de comer. Debes estar hambriento.
- ¿Cocinaste? - pregunto extrañado, dado que su fuerte no es la cocina.
- Pues claro, algo rico para mi novio. - lo miro divertido, a lo que él me devuelve la mirada con fastidio. - Para tu información seguí una receta de un blog de comida vegetariana, y lo probe antes. Sabe delicioso. Ya verás. - se da la vuelta y sale de la habitación.
Río mientras me levanto de la cama, y me adentro en el baño. Una vez que termino de cepillarme los dientes y lavarme la cara, quedo quieto, observándome en el espejo. Por un segundo pienso que me cuesta reconocerme. Mi rostro se ve distinto, mi mirada y mi expresión reflejan tranquilidad y plenitud. No solo siento mi cuerpo descansado, sino también mi mente. Me veo... bien. Me siento bien.
Me dedico a mi mismo una sonrisa.
Salgo del baño y noto que está puesta la mesa para los dos. Al buscar a Atticus con la mirada lo distingo junto al tocadisco subiéndole el volumen y bailando con entusiasmo la canción que suena. La forma en la que vibra siempre logra hacerme feliz. Cuando se percata de mi presencia se gira hacia mí y se le forma una enorme sonrisa.
Y mi corazón se acelera, pero no de ansiedad como es usual, sino de alegría... de amor.
- Espero que tengas un buen motivo que explique por qué llegaste tarde. - sentencia mi padre irrumpiendo en mi oficina sin siquiera tocar la puerta, haciendo que me sobresalte. - Y por qué sigues holgazaneando pese a que llegaste hace 20 minutos. ¿Acaso estabas durmiendo? - inquiere molesto.
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Tenía que ser él
RomanceAtticus Lee es feliz. Esta en sus 30s. Trabaja de lo que ama, tiene unos compañeros a los que adora, puede costearse todos sus caprichos y las citas no le faltan. Siente que no le falta nada. Pero todo se da vuelta cuando llega un nuevo jefe a la e...