Capítulo 36

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- ¡Atticus! - oigo la voz molesta de mi hermano, pero es como si mis ojos pesaran una tonelada y no pudiera abrirlos. - Te despiertas ahora mismo por tu cuenta, o no te quedará de otra cuando te de un baldazo de agua fría. Sabes bien que no me importa mojar todo. 

Magnus molesto no es buena señal, y mi cerebro ya lo sabe porque mis ojos se abren automáticamente. Los entrecierro al darme la luz del sol de pleno en el rostro. 

- ¿Así de hospitalario eres con los pacientes? - me quejo bajo las sabanas, hecho un bollito. Siento como si me hubieran martillado la cabeza, además del corazón. 

- Los pacientes no me llaman a las 4 de la mañana para que vaya por ellos a un bar de mala muerte. - se queja. Deja junto a la mesa de noche un enorme vaso con un líquido azul, que se parece a la bebidas de los deportistas, y a lado una pastilla. - Toma eso, te ayudara con la resaca. - agrega hastiado, parado junto a mí. 

Con dificultad consigo sentarme y tomarme la pastilla para luego darle un largo trago a la bebida. Me duele hasta respirar. Recién al mirar a mi alrededor me percato que no estoy en mi habitación, sino en la suya. 

- ¿Qué... qué pasó? - pregunto confundido al no recordar cómo fue que termine aquí. 

- ¿No lo recuerdas? - niego. - ¡Pues no me extraña con todo lo que tomaste! - me reprocha. - Y habrías seguido si no me hubieran llamado para que fuera por ti. Tuve que despertar a Hari, vestirnos e ir a buscarte a la otra punta de la ciudad. 

Hago mi cabeza hacia atrás. - Diablos, lo siento... 

- No te preocupes tío, fue divertido. - dice Hari entrando a la habitación con un plato de pancake en sus manos, los cuales deja en la mesa. - Nunca creí que vería a un grupo de motociclistas rudos aplaudirte mientras cantabas "someone like you" arriba de la barra con un zapato como micrófono. 

Abro ampliamente los ojos. - Dime por favor que es mentira. - le pido a Magnus. 

- Ya quisiera. 

- Si te deja más tranquilo, fuiste bastante afinado teniendo en cuenta que es una canción de Adele. - agrega mi sobrina. - Y creo que hiciste nuevos amigos, porque todos allí protestaron cuando papá te bajó. El dueño dijo que si vas los miércoles los tragos van gratis. 

- Si, justo lo que tu tío necesita, volverse un alcohólico. - dice Magnus molesto. - Ve a hacer tu tarea, necesito regañarlo con libertad y no puedo decir malas palabras contigo aquí. 

- Está bien, pero no seas tan duro. Le volvieron a romper el corazón. - es lo último que dice Hari antes de salir de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. 

- Deberías aprender de tu hija. - lo apunto con el dedo. 

- ¿Y a ti te parece correcto que deba ver eso? 

- Ya te dije que lo siento, con honestidad ni recuerdo haberte llamado. Si quieres a la próxima borro tu contacto. 

- Aja, como si eso me va a librar del bebé chillón que me pusieron a la fuerza. 

- Me voy de tu vida si es lo que quieres. 

- ¡Vacaciones otra vez! 

- Bien, me iré ahora mismo. - hago una pausa. - Por cierto, ¿qué hiciste con mi moto? - pregunto extrañado. - Se que la odias, pero imagino que no la habrás dejado allí tirada. 

- No. - responde, a lo que suspiro aliviado. - La vendí a un motociclista que estaba en el bar, y a un muy buen precio por eso me la saque de encima rápidamente. 

- ¡¡¡MAGNUS!!! - grito. - ¡¡¡DESGRACIADO!!!

- Tu te lo buscaste, Atticus. - sentencia molesto. - El cantinero me dijo que ya habías llegado ebrio al bar, lo que significa que condujiste en esa cosa. No voy a permitir que arruines mi vida y la de tu sobrina por tu estupidez e inconsciencia. Eres un irresponsable. Así que ahora empieza a usar el metro. 

Tenía que ser élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora