- ¡Atticus! - oigo la voz molesta de mi hermano, pero es como si mis ojos pesaran una tonelada y no pudiera abrirlos. - Te despiertas ahora mismo por tu cuenta, o no te quedará de otra cuando te de un baldazo de agua fría. Sabes bien que no me importa mojar todo.
Magnus molesto no es buena señal, y mi cerebro ya lo sabe porque mis ojos se abren automáticamente. Los entrecierro al darme la luz del sol de pleno en el rostro.
- ¿Así de hospitalario eres con los pacientes? - me quejo bajo las sabanas, hecho un bollito. Siento como si me hubieran martillado la cabeza, además del corazón.
- Los pacientes no me llaman a las 4 de la mañana para que vaya por ellos a un bar de mala muerte. - se queja. Deja junto a la mesa de noche un enorme vaso con un líquido azul, que se parece a la bebidas de los deportistas, y a lado una pastilla. - Toma eso, te ayudara con la resaca. - agrega hastiado, parado junto a mí.
Con dificultad consigo sentarme y tomarme la pastilla para luego darle un largo trago a la bebida. Me duele hasta respirar. Recién al mirar a mi alrededor me percato que no estoy en mi habitación, sino en la suya.
- ¿Qué... qué pasó? - pregunto confundido al no recordar cómo fue que termine aquí.
- ¿No lo recuerdas? - niego. - ¡Pues no me extraña con todo lo que tomaste! - me reprocha. - Y habrías seguido si no me hubieran llamado para que fuera por ti. Tuve que despertar a Hari, vestirnos e ir a buscarte a la otra punta de la ciudad.
Hago mi cabeza hacia atrás. - Diablos, lo siento...
- No te preocupes tío, fue divertido. - dice Hari entrando a la habitación con un plato de pancake en sus manos, los cuales deja en la mesa. - Nunca creí que vería a un grupo de motociclistas rudos aplaudirte mientras cantabas "someone like you" arriba de la barra con un zapato como micrófono.
Abro ampliamente los ojos. - Dime por favor que es mentira. - le pido a Magnus.
- Ya quisiera.
- Si te deja más tranquilo, fuiste bastante afinado teniendo en cuenta que es una canción de Adele. - agrega mi sobrina. - Y creo que hiciste nuevos amigos, porque todos allí protestaron cuando papá te bajó. El dueño dijo que si vas los miércoles los tragos van gratis.
- Si, justo lo que tu tío necesita, volverse un alcohólico. - dice Magnus molesto. - Ve a hacer tu tarea, necesito regañarlo con libertad y no puedo decir malas palabras contigo aquí.
- Está bien, pero no seas tan duro. Le volvieron a romper el corazón. - es lo último que dice Hari antes de salir de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
- Deberías aprender de tu hija. - lo apunto con el dedo.
- ¿Y a ti te parece correcto que deba ver eso?
- Ya te dije que lo siento, con honestidad ni recuerdo haberte llamado. Si quieres a la próxima borro tu contacto.
- Aja, como si eso me va a librar del bebé chillón que me pusieron a la fuerza.
- Me voy de tu vida si es lo que quieres.
- ¡Vacaciones otra vez!
- Bien, me iré ahora mismo. - hago una pausa. - Por cierto, ¿qué hiciste con mi moto? - pregunto extrañado. - Se que la odias, pero imagino que no la habrás dejado allí tirada.
- No. - responde, a lo que suspiro aliviado. - La vendí a un motociclista que estaba en el bar, y a un muy buen precio por eso me la saque de encima rápidamente.
- ¡¡¡MAGNUS!!! - grito. - ¡¡¡DESGRACIADO!!!
- Tu te lo buscaste, Atticus. - sentencia molesto. - El cantinero me dijo que ya habías llegado ebrio al bar, lo que significa que condujiste en esa cosa. No voy a permitir que arruines mi vida y la de tu sobrina por tu estupidez e inconsciencia. Eres un irresponsable. Así que ahora empieza a usar el metro.
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Tenía que ser él
RomanceAtticus Lee es feliz. Esta en sus 30s. Trabaja de lo que ama, tiene unos compañeros a los que adora, puede costearse todos sus caprichos y las citas no le faltan. Siente que no le falta nada. Pero todo se da vuelta cuando llega un nuevo jefe a la e...