Capítulo 25

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- ¿¡Es que no podías empezar por ahí!? - exclamo con fastidio, todavía sentados en la cafetería. - Diablos Rhett, pensé que me veías como un leproso. Casi lloro.

- Oh... - dice apenado, con su voz suave. - Lo siento.

- No tiene nada de malo ser vegetariano, hoy en día muchas personas lo son. Y me parece admirable. - digo. -¿Por qué no me lo dijiste? Soy alguien que respeta la forma de vida de los demás. Lo iba a juzgarte, o burlarme de ti.

- Lo sé, lo sé...

- ¿Y entonces? - pregunto con curiosidad. Él parece algo incómodo. Suspiro. - Está bien, no tienes que decírmelo ahora. Me lo puedes contar cuando estés listo.

Me dedica una sonrisa dulce. - Gracias.

- No hay que agradecer, pero tienes que hablar conmigo. - sigo. - Así no me puedas explicar todo en el momento, dime la idea general. Pero habla conmigo, confía en mí. Yo siempre voy a escuchar y apoyarte.

Me observa sorprendido. - ¿Lo dices enserio?

- Claro que si. - respondo obviando. Le sonrío. - A veces las cosas se pueden tornar difíciles, pero yo siempre estaré para ti, para apoyarte o acompañarte. Eres importante para mí, Rhett. Quiero que lo sepas.

Queda un momento viéndome fijo y en silencio. Hasta pareciera que está en pausa.

Diablos, ya lo espante. La he cagado otra vez con mi intensidad.

- ¿Qué sucede? - pregunto preocupado. - ¿He dicho algo que no debía?

Niega con la cabeza. - Al contrario. - responde. - Es solo que me sorprende la franqueza con la que hablas.

Ah, conque era eso.

- La vida es muy corta, Rhett. ¿Por qué malgastar el tiempo guardándome lo que en verdad quiero decir y hacer? - digo. - Además, tu también has estado cuando lo he necesitado. Como aquella noche de la lluvia, y cuando te caí se sopetón en tu casa tan tarde.

- Yo voy a estar ahí, siempre puedes venir.

- Sabes, a la próxima te haré una ensalada. - bromeo. - Mi cocina va a estar aliviada luego del desastre que deje esta mañana.

Rhett lanza una carcajada, lo que me hace sonreír.

Nada se compara a la felicidad que siento cuando consigo hacerlo sonreír.

*****

Por la noche, habíamos quedado con Liam y Sam en ir a un bar cerca de la oficina a tomar unas cervezas, y así ponernos al día.

Ya llevábamos tomando unas cuantas mientras hablábamos de nuestras idioteces habituales , cuando Sam me apunta con el dedo de forma acusatoria y entrecerrando los ojos, claramente ya ebrio.

- Has estado sonriendo como idiota desde ayer. - comenta. - ¿Te has ganado la lotería o algo como eso?

Sonrío. - No, pero yo siento que sí.

Resopla. - Dejame adivinar... has tenido sexo, ¿verdad? - inquiere. - Y tiene que haber sido del bueno. Eso explicaría la felicidad que emanas, pareces un animador de fiestas infantiles.

Pongo los ojos en blanco, fastidiado. - No todo en la vida es sexo, sabes.

- En eso difiero mi amigo, el sexo es lo único bueno que tiene la vida. Las relaciones apestan, la vida laboral es estresante. Todo son deudas y crisis existenciales. - hace una pausa y le da el último trago a su vaso. - Ahora si me disculpan iré a hablar con esa bella chica que no me aparta la mirada. - se para y se dirige hacia una mesa de un grupo de muchachas jóvenes, que está a unos pocos metros de la nuestra.

Tenía que ser élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora