Capítulo 24

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Recién cuando salgo a la azotea siento que puedo respirar de nuevo, sin embargo mis ojos continúan llorosos y tengo un fuerte malestar en el pecho. Es angustia. Y como para no, ha sido demasiada información que procesar en en 30 segundos.

Es heterosexual. Tiene novia. Va a casarse.

Y caigo en cuenta de lo idiota que soy. ¿Cómo pude creer que tenía alguna posibilidad con Rhett? Es improbable que yo pueda gustarle, o al menos de la forma en la que me gusta él a mí. Que no quiero mirar a nadie más ahora que lo vi, ni quiero pensar en otras personas ahora que pensé en él. Es como si se hubiera adueñado de mí por completo.

Y eso no puede ser.

No me queda de otra. Tendré que tomar distancia, porque si me sigo acercando y pasando tiempo a su lado, me voy a encariñar y voy a terminar aún más herido de lo que estoy ahora. No recuerdo la última vez que sentí un dolor tan profundo como el que siento en mi interior en este momento.

¿Qué haré ahora sin nuestros encuentros? ¿Con quién hablaré sin parar, y sentirme en total libertad al hacerlo? ¿Con quién iré a la ópera, al teatro, o al club de jazz? ¿Con quién me recomendaré películas y canciones? ¿Con quién tomaré café o vino, mientras armamos legos o rompecabezas? ¿Quién será mi lugar seguro cada vez que lo he necesitado? Cuando ha llovido, cuando me he sentido triste, o con hambre.

No me había dado cuenta de lo solo que he estado siempre, hasta que llegó él.

El pensar en eso me hace percatarme de que... no quiero dejarlo ir. ¿Cómo podría? Si todo lo que quiero últimamente es estar a su lado.

- ¿Te encuentras bien? - el sonido de su voz suave me hace girar instintivamente.

Al verlo parado detrás mío, con su traje elegante puesto, su cabello tan brillante y sedoso, el cual me muero por tocar. O más bien todo de él. Esos ojos tan penetrantes y firmes, pero que esconden cierta ternura, la cual aprendí a ver. Ahora ese par me observan con preocupación.

Hablo mucho de sus ojos, lo sé, pero es algo que no puedo evitarlo. Esos ojos llenos de brillo hacen que mi corazón palpite cada vez que lo miro.

- ¿Qué haces aquí? - no puedo evitar preguntar al ver como se aferra a la puerta. - Te dan miedo las alturas.

Traga con nerviosismo. - Prefiero el termino "no me gustan" las alturas.

Se me escapa una carcajada al ver esa expresión de pánico, pero que me genera mucha ternura.

- No ibas a saltar ¿verdad? - inquiere.

Chasqueo la lengua con fastidio. - ¿¡Pero por quién me tomas!? - exclamo indignado.

Ahora es él el que ríe. - Lo sé, solo bromeo. No eres de los que se rinden fácil.

¿A qué vino eso? ¿Es una señal? Es verdad. No soy de los que se rinden a la primera, sino de lo que dan batalla hasta el final. Por Rhett iría a todas las guerras, mientras pueda ponerme de pie nada me detendría. Incluso me arrastaria si las piernas no me funcionan. Todo sea por él, porque para mí, lo vale todo.

- Vas a casarte... - esas tres palabras salen de mi boca sin poder controlarlo. Aunque no me arrepiento, pues siempre me he caracterizado por decir todo lo que siento y pienso.

Me observa asombrado. - Tú... tú... ¿lo oíste? - dice con nerviosismo.

- Si... - respondo en un murmuro. - No... no me comentaste de que... de que te ibas a casar...

- Porque quisiera no tener que hacerlo. - responde instintivamente, y su voz suena firme.

Al escuchar eso siento una chispa de esperanza en mi corazón.

Tenía que ser élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora