Capitulo 16

0 0 0
                                    

•Necesidad•
Elena

Tome un taxi y fui directamente a la oficina de Nathan. Dónde sabía que lo encontraría.

Probablemente hundiéndose en trabajo para no pensar de más.

La nueva secretaria no me sorprendió, yo sabía que desde que Nathan era mi novio, Susana había dejado la empresa. Ni siquiera reparé en preguntar si estaba. Fui directo a la oficina de Nathan. Nadie me lo impidió. Al parecer todos ahí sabían quién era.

Cuando estuve frente a su oficina. Toque a la puerta. Cuando escuché su voz diciendo que entrara mi corazón casi se desborda del pecho. Ese era el efecto que Nathan provocaba en mi.

Entre y como lo supuse, estaba sumergido en un montón de papeles sobre su escritorio, su corbata estaba desacomodada y su cabello era un desastre. Ni hablar de las tasas de café que había por toda su oficina y los empaques de comida. Realmente no había salido de aquí.

—Si estás ocupado, puedo volver después. —Dije para llamar su atención.

Al escuchar mi voz levanto la mirada y sus ojos casi se desorbitan de sorpresa, no esperaba verme ahí. Se levantó con rapidez, y camino hacia mi.

Iba con los brazos extendidos dispuesto a rodearme entre sus brazos pero a mitad del camino desistio. Pude ver la lucha interna en sus ojos.

Me estaba dando mi espacio.

—Jamás voy a estar ocupado para ti Reyna. —Mi apellido en sus labios hizo que mi corazón se estrujara.

—Lo siento, fui una imbécil.

—No no, yo lo siento, no debí presionarte así.

Había una ligera barba cubriendo su barbilla y sus mejillas. Las bolsas oscuras bajo sus ojos eran intensas. Sus labios estaban agrietados. Y sus ojos estaban casi vacíos. Hasta la mirada llena de amor que me daba parecía triste. Me sentí como la persona más horrible del mundo.

—¿Tienes mucho trabajo? —Encorve un poco los hombros con timidez.

—No, ya estaba terminando de cualquier forma.

—Pensé que quizá podría acompañarte a casa, a qué te pongas algo más cómodo y luego podríamos ir por algo de comer, ¿Que dices?

—Nada me gustaría más, solo déjame recoger esto. —Dijo mirando a su desordenado escritorio.

Se dió la vuelta pero mis impulsos lo detuvieron. Lo tome del brazo y lo hice girar, estaba asombrado pero no desistí. Estampe mis labios contra los suyos. El cálido contacto me hizo sentir completa.

Nathan no dudo en devolverme el beso, mientras me estrechaba con fuerza entre sus brazos. La ligera barba que comenzaba a crecerle me hizo cosquillas. Su beso era diferente, estaba cargado de emoción, de necesidad y desesperación.
Pero mis besos eran igual. No sabía la falta que me había hecho hasta que lo tuve frente a mi.

—Sabes a café. —Fueron las primeras palabras que salieron de mi boca cuando se separó de mi.

Solamente conseguí una carcajada de parte suya. Lo observé nuevamente. Sus hombros estaban más relajados, su mirada se había suavizado y su sonrisa era genuina. Sentí mariposas al saber lo que un beso mío podía cambiar en él.

Ese día después de ir a comer. Tuvimos un increíble sexo de reconciliación. Si Nathan iba a tomarme así cada vez que hubiéramos tenido un pleito, los iba a provocar más seguido.

Cuando me abrazo en su pecho para dormir, sentí una paz inmensa que casi me hace quedarme dormida al instante. Por primera vez en días. Pude descansar y esos sueños dejaron de atormentarme. Su olor, su calor, su respiración pausada y los latidos de su corazón me hacían sentir una tranquilidad indescriptible.

Elígeme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora