Capitulo 42

0 0 0
                                    

•Inestable•
Elena

Camine entre la gente con las piernas temblandome y el corazón desbordándose de mi pecho. Vi la salida y con toda la fuerza de voluntad que había logrado reunir durante este tiempo, salí. Camine a un lugar un poco más lejano de la entrada y me gire. Topandome con Nate de frente, quien me miraba expectante.

Saque un cigarro, lo puse entre mis labios, y lo prendí. Di una profunda calada, con Nathan aún mirándome sin decir una palabra.

—¿Cielo? —Dijo con asco, con una mirada juzgona.

Lo ignore.

—Habla, tienes hasta que termine mi cigarro para hacerlo. —Lo mire fría, o lo más fría que pude. Al menos no sentí que quisiera saltar a sus brazos. 

—Esperaba que no siguieras siendo tan hermosa la próxima vez que te viera. Pero lo eres aún más. —Había nostalgia en sus palabras.

—Nathan no quiero ser grosera, pero realmente no me interesa si te parezco hermosa o no. —Solte de golpe, para después darle otra calada a mi cigarro.

—Suenas igual que la Elena a quien le confesé mis sentimientos por primera vez.

Su mirada era triste y mi corazón se partía.
Contrario a lo que hubiera sentido esa Elena. Ojalá fueran las mismas.

—No sé que esperas que diga. ¿Creías que saltaría a tus brazos? ¿Qué me abrazaría a tus piernas pidiéndote que vuelvas conmigo? No te confundas. Eso no va a pasar. No pasó la última vez, no pasará ahora.

Hasta ahora yo había dicho más palabras que las que había pronunciado el. Y estaba segura, que de seguir así pronto mis ojos se llenarían de agua.

Nathan se acercó a mi. Demasiado. Intenté retroceder pero siguió avanzando. Así que me quedé de pie. Mirándolo fijamente. De la manera más amenazante que logré. No dejo de acercarse hasta que logro rodearme con sus brazos. Me apretó con fuerza, y note como su respiración estaba acelerada. O quizá era la mía.

—No sabes cuánto te extrañe. —Me susurro al oido, más para el que para mí.

El alcohol que había en mi sangre hace un par de minutos  se había ido de mi cuerpo. Deje caer mi cigarro, y tome todo lo que me quedaba para alejarlo de mi. Aunque eso debió dolerme más a mi que a él.

Retrocedí dos pasos. A salvó.

—¿Qué es lo que quieres? —Me sentí tan cansada de pronto.

—Quiero que me dejes explicar, que me escuches. —Tomo mis manos y las apreto.

—No hay nada que explicar, tarde un poco pero lo entendí. —Me solté de su agarre.

—No, estoy seguro que no lo entiendes, por favor. —Sus ojos parecían decir lo mismo que sus palabras.

—Me dejaste. —Mis ojos se estaban llenado de agua y comencé a parpadear muy rápido para evitarlo.

—Fui un imbécil Elena, pero te aseguro que ni por un momento deje de pensar en ti. Cuando no volviste... Yo, quise ir corriendo a buscarte muchas veces.

—No, la imbécil soy yo, jamás debí dejarte entrar a mi vida. —Queria salir corriendo a esconderme.

—No digas eso, por favor... —Sus ojos se estaban cristalizando.

—Me iré pronto, hasta entonces, por favor no vuelvas a aparecerte delante de mi. —Pase a su lado sin regresar a mirarlo.

—Elena, por favor. —No me detuve, seguí caminando hasta entrar nuevamente, directo a mi mesa.

Elígeme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora