Capitulo 50

0 0 0
                                    

•Agonía•
Elena

El día de la graduación fue la última vez que ví a Sebastián en una larga temporada. Desapareció completamente de mi vida. Hannia lo frecuentaba pero jamás me lo decía, no desde que le pedí que olvidará el tema y que no quería escuchar su nombre ni una vez. A Natalia si que se le salía de vez en cuando pero cada vez menos. Por supuesto que a ella no se lo pedí.

Pero yo me estaba volviendo loca...

Aunque mi vida había vuelto a ser como antes, yo no... por supuesto que no se lo dije a nadie.

Comencé a trabajar en una cafetería a medio tiempo en lo que conseguía algo más, con todo y que tanto Ian como Nathan me ofrecieron trabajar en sus respectivas oficinas. No acepte ni a uno ni al otro, ya me buscaría mis propias oportunidades.

Mis días eran sencillos, despertaba para ir al trabajo, regresaba a casa para la hora de la comida, aveces salía con Hannia o con Natalia y todas las noches o casi todas veía a Nathan.

Nuestra relación iba perfecta, no peleabamos casi nunca, estaba controlando sus celos, respetando mis decisiones, mi espacio y mis tiempos. No insistía en temas de los cuales yo no quería hablar, no me reclamaba nada de lo ocurrido durante nuestra separación ni yo a él. Su familia me adoraba y mi mamá, que puedo decir ella siempre había estado contenta con el pero a veces preguntaba por Sebastián, y Ian, el era el más feliz con su cuñado, y no dejaba de insistir en que esperaba la boda pronto.

Por supuesto que Nathan solo menciono el tema una vez para que yo hiciera saberle que no estaba en mis planes a corto plazo y el lo acepto sin rechistar. Teníamos una relación sana.

Y pese a todo eso, cada vez que estaba sola y podía dejar de fingir, sentía que me moría.

Ya no lloraba, ya no me escondía, ya no tenía ataques de ansiedad, pero algo muy en el fondo de mi alma dolía.

Algunos fines de semana salía a bailar o a algún antro pero siempre de la mano de Nathan. Y por algún milagro ni una vez ví a Seb, o no en persona porque si que revisaba sus redes sociales. Dónde estaba feliz en una relación.

Después de aquella noche yo me acepte el hecho de estar sin saber ciertamente a qué punto, enamorada de Sebastián. Pero era un amor egoísta. No quería estar con el pero tampoco quería que nadie más lo estuviera. ¿Y porque no quería estar con el? Porque sabía que me rompería en mil pedazos. Porque lo conocía y porque éramos iguales. Con ansias de gobernarlo todo y sin ganas de ceder en lo más mínimo, nos consumiriamos y terminaríamos por destruir más que nuestros corazones.

Con Nathan la cosa era distinta, yo era fuego y el era agua. Lograba calmar mi temperamento, y hacerme una mejor persona, más racional y sensata. No me hacía querer explotar en emociones, era un amor que conocía y que había evolucionado para ser perfecto, para hacerme bien, por eso había decidió quedarme con el, era verdad que ya no estaba enamorada como una loca de el, pero le quería, y sabia que en algún momento toda la intensidad que me había echo sentir al conocerlo, regresaría.

6 meses después, conseguí empleo, una diputada estatal me había aceptado en su equipo de asesores, aún sin experiencia. "Tienes potencial" me dijo, "yo te enseñaré todo lo que los libros no puedan" cosa que por cierto, no había cumplido.

Y no la culpo, no tenía tiempo ni para respirar agusto, pero si he aprendido, he aprendido mucho. Mi única sorpresa fue encontrarme a Seb. Caminando por los pasillos del congreso, con documentos en mano y haciendo llamadas, justo igual que yo. Con mujeres coqueteando a su alrededor y tan guapo como siempre, ese era el. La primera vez que lo ví corrí a esconderme. Unos días después no tuve tanta suerte, iba tan absorta en mi celular que apenas y cuenta me di cuando choque con su pecho.

Elígeme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora