Capitulo 55.

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•Dolores que conozco•
Elena

—No voy a aceptarlo de nuevo, yo no soy eso Seb. Ve a casa, y no vuelvas a buscarme, yo jamás seré la segunda opción de nadie.—Me salió de la garganta con toda la fuerza de voluntad que logré reunir.

Estaba mareada, tenía los puños apretados, estaba temblando y sentía que en cualquier momento me iba a abrazar a sus piernas para pedirle que no me dejara. Así que cuando esas palabras me salieron de la boca, apenas y pude reconocer mi voz. Porque eso no era lo que quería decir.

El no dijo nada, me miró una última vez con algo que no reconocí en su cara antes de subirse a su motocicleta y arrancar.

¿Qué fue lo que hice a continuación? Estaba demasiado ebria para conducir pero no me importo, entre a casa por las llaves, ví mi casco sobre la mesa pero no lo tome, el me lo había dado después de todo. Salí y conduje, conduje tan rápido que el aire golpeó mi cuerpo y por fin pude respirar, había dejado de temblar y aunque seguía igual o más mareada, estacione mi moto frente a la casa de Hannia y toque el timbre. Hannia no abrió, a quien me encontré fue a Omar. Se me quedó viendo de pies a cabeza, vio las llaves en mis manos y la moto de seguro mal estacionada atrás de mi.

—¿Condujiste así hasta aquí? —Simplemente asentí. —Pasa.

—Solo dile a Hannia que salga.

—Hannia no está, pero estás loca si crees que voy a dejarte regresar a tu casa en esas condiciones, pasa ya.

—¿Dónde está?

—Salió con tu hermano, iban a una fiesta o algo así.

Mierda. Debí llamarla antes de venir. O fijarme en la habitación de Ian.

—Entonces volveré.

—Dejame llevarte o si no quieres déjame llamarle a Ian.

—Llama a Hannia, no quiero que llames a Ian, dile que vuelva, que estoy en su habitación y que es importante.

El asintió, se hizo a un lado y me dejó pasar, tambaleandome por toda la casa entre a la habitación de Hannia. Me deje caer sobre la cama. Omar me veía desde el marco de la puerta.

—¿Que sucedió? ¿Quieres hablar?

—No quiero.

—Te prometo no juzgarte, ni decírselo a nadie, dímelo.

—No quiero hablar.

Sentí los párpados pesados mientras el me acariciaba la cabeza.

—Si te vieras como te ven los demás, te aseguro que nada te atormentaría.

Yo me quedé dormida, y al día siguiente cuando desperté a mi lado ya no estaba Omar, estaba Hannia, abrazada a mi estómago, aún en un profundo sueño. Voltee a ver el reloj que tenía colgado en la pared. El cual marcaba las 7:30 de la mañana. Tenía que estar en un evento a las 9, aunque era sábado así que con cuidado quite su brazo y me metí a bañar después de escoger entre su ropa un traje adecuado, tenía que dar un discurso en representación de la diputada.

Cuando salí de bañarme, Hannia estaba sentada en la cama con el celular en las manos, en cuanto sintió mi presencia alzó la vista y me miró.

—Sebastián. —Afirmo.

—No voy a hablar de eso.

—¿Y entonces porque viniste hasta aquí a buscarme?

—Porque no supe que más hacer.

—No se lo dije yo.

—Lo sé.

—A Natalia se le salió cuando comíamos con el y con Sarah porque esa vieja la estaba toreando y Nat solo, lo siento.

Elígeme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora