Capitulo 29

0 0 0
                                    

•Eres como un rayo de sol•
Elena

—¡Por fin solas! Últimamente siento que jamás te tengo para mí. —Soltó Hannia mientras se acomodaba en mi cama.

Natalia y Sebastián habían ido al cine, a ver una película de Marvel, Hannia y yo pasamos de eso así que aunque insistieron, nos quedamos.

—Eres una dramática.

—Es verdad, ahora Sebastián siempre está merodiando por todos lados, no te estará gustando o si?

Dude un poco antes de responder.

—Es como.... Isaías. —Dije al fin.

—Ya veo, lo quieres en tu vida como si de un novio se tratará, incluyendo  el sexo pero sin las cursilerías, ¿No?

—Tampoco el sexo y amigos se les llama, idiota. —Solté una risa.

—En algún momento te van a dar ganas de tirartelo, es guapísimo, demasiado riesgo para ser solo un amigo. Tienes que aceptarlo.

No sé cómo logré que no viera en mi gesto que aquello ya había pasado. Le avente un cojín y ella soltó una risa. Cuando dejamos de reírnos hable:

—¿Y tú si puedes ser su amiga? —Arquee una ceja.

—Por supuesto, porque no es a mi a quien le trae ganas.

Solamente me burle y dejé el tema por la paz.

—¿Y de aquello... Cómo sigues? —Dudo bastante en decirlo.

—Creí que ya dejaríamos de hablar de eso, no voy a quitarme la vida, está bien...

—En realidad, jamás me contaste exactamente qué pasó, con Nathan.

—Me dejo, eso paso. —Intente cortar la plática.

—Sabes que no me refiero a eso, se les veía muy enamorados.

—Porque jamás te conté lo mucho que discutíamos desde que se enteró que vendría a España.

—¿Porqué? —Su mirada era dura.

—Porque no quería que me vieras así, que me dijeras que era un imbécil y debía dejarlo, no quería que me dijeras lo que ya sabía, y sobre todo, no quería que supieras que pensaba quedarme con el, cada día...

—No te voy a juzgar por tus decisiones, pero se que esperas la verdad de mi, y eso haré siempre. Así que probablemente eso es lo que habrías escuchado de mi boca.

—No importa ahora, ya está hecho.

—Aún así... Algo no termina de cuadrarme, realmente se veía enamorada de ti.

—En el fondo, yo sabía que el no lo decía enserio, que no me había dejado de amar de la noche a la mañana. Pero ya está hecho, y el motivo no es relevante.

—¿Y porqué no luchaste por el? Tu también...—No la dejé terminar.

—No soy esa clase de persona. No me iba a abrazar a su pierna pidiéndole que no me dejara.

La imagen de mi mamá haciendo exactamente eso vino a mis recuerdos, y tuve que sacudir mi cabeza para sacarlos de ahí.

—Ya veo. ¿Pero estás bien? A veces solo desapareces, dime qué los ataques no volvieron.

—Al principio si, pero creo que ahora estoy un poco mejor, estar lejos y no saber nada de él me hace bien.

—Quisiera tu fuerza —me respondió con tristeza— a veces quisiera tomar el primer vuelo y regresar a casa.

Elígeme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora