Capitulo 48

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•¿Perfecto?•
Elena

Esa mañana cuando desperté, lo primero que hice fue conducir hacia la casa de Hannia. Ni siquiera había desayunado nada, tenía el estómago totalmente revuelto.

Toque el timbre y el papá de Hannia fue quien me abrió, en cuanto me vio sonrió y se hizo a un lado para que pudiera pasar.

—Creo que sigue dormida, despiertala.

—Muchas gracias, voy a pasar.

—Elena...espera.

—¿Dígame?

—Se que no te lo había dicho, pero me da mucho gusto que estés bien y sana. Lamento todo lo que tuviste que pasar.

—No sé preocupe, si hago como que nunca pasó es más fácil. —Le sonreí con sinceridad.

Si hubiera podido escoger un padre, sin duda lo habría escogido a el.

—Siempre haz sido muy valiente, me alegra que estés en la vida de Hannia, aunque debo admitir que me habría gustado más que estuvieras con alguno de mis muchachos, me habría encantado que fueras mi hija política al menos.

Ese comentario viniendo de alguien más me habría hecho sentir incómoda, pero no con el, porque de haber sido la circunstancia el habría sido feliz inclusive si la que me hubiera llevado a su casa como novia hubiera sido Hannia.

—Usted puede considerarme como su hija si le parece bien, no importa que no me case con nadie de su familia, igual Ian lo hará con Hannia y como es mi hermano...es casi lo mismo.

—Tienes razón hija. ¿Puedo darte un abrazo?

—Por supuesto.

Me acerque a el y lo abrace con fuerza. El beso mi frente y me apretó un poco.

—Cuidate mucho, no se que haría mi niña sin ti, casi se vuelve loca cuando no estuviste.

—Lo haré. —Me separé de él. Le sonreí con calidez una vez más y subí hacia el dormitorio de Hannia.

La primera vez que había conocido al hombre, el se comportó igual de amable y me recibió con mucho cariño, en ese entonces yo no lo deje acercarse nada.
Lo saludaba por cortesía y nada más.
Pero debo admitir que cuando lo veía con sus hijos me inundaba la envidia. No de la que te hace hacer cosas malas pero si de la que te cala un poco en el alma.
Me daba pesar el ver a padres magníficos porque yo no lo había tenido, todo lo contrario, y de vez en cuando me encontraba fantaseando con el como sería ser su hija. Cómo habría sido crecer con un padre así.

Cuando me veía en su comedor rodeado de sus hijos y me incluía en sus bromas y hablaba de nosotros como un todo. Me gustaba pensar que no era ajena, que ese era mi padre de verdad. Aunque me duraba apenas unos segundos. Ian y mi mamá inundaban mi mente y por mucho que lo pensaba no los habría cambiado jamás, ni un día.

Lo que si podía hacer era convertirlo en mi padre. Plan que no funcionó en absoluto. El papá de Hannia seguía enamorado de su esposa que había fallecido hace años y mi mamá seguía lo suficientemente dañada por mi padre como para fijarse en alguien. Eso solo termino en una amistad, de esas que se saludan con gusto pero no se ven al menos que sea coincidencia.

La cosa es que cuando menos me di cuenta el señor ya se había ganado mi aprecio, con sus comidas deliciosas, sus bromas de señor y la forma en la que me incluía en su familia. De vez en cuando ambos nos poníamos algo sentimentales...como ahora.

Efectivamente, Hannia seguía completamente dormida, pero era normal apenas y eran las 8 de la mañana. Entre haciendo todo el ruido posible pero ni siquiera se movió, así que salte a la cama junto a ella y entonces si pareció darse cuenta.

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