Capitulo 53

0 0 0
                                    

•Me desmoronó•
Elena

Durante esos días Nathan me había escrito un par de veces, cada día menos. Y aunque sentí un poco de tristeza también me sentí feliz por el, porque pudiera soltarme poco a poco. El no se merecía eso, se merecía alguien que lo amara como el quería ser amado, y aunque quise aferrarme a qué esa era yo, ya había aceptado que no era así. Que yo no era capaz de amarlo así.

Estaba sentada, con la computadora enfrente intentando redactar un informe que me había pedido la diputada esa mañana, por alguna razón mi mente estaba en otro lado.

—¿En blanco? Eso es nuevo. —Escuche decir a Sebastián antes de que tomara asiento frente a mi.

—Uyy, deja vù. —Le dije mientras mi cuerpo se estremecía un poco.

—¿Necesitas ayuda? Sabelotodo. —Se burló.

—Largo. —Levante un brazo y señalé la salida con una sonrisa.

—Ya casi me voy, estoy esperando a...—Guardo silencio.

Pero yo ya no sonreí. Sentí una punzada en el pecho. ¿Seguían juntos?

Había asumido que no, estúpidamente claro. ¿Porque había creído eso? ¿Solo porque yo lo hice? Cómo pude ser tan idiota. Nosotros solo...había sido una noche, como muchas otras, y yo lo acepte, sabía que tenía novia y lo acepte igual, así que no tenía porque quejarme.

—¿Y como va eso? ¿Están bien? —Pregunte como si no fuera nada, viendo a la pantalla de mi computadora.

—Elena yo...—Dudo.

—No tranquilo, no tienes que darme ninguna explicación, lo entiendo.

—No no entiendes, yo solo...—Una vez más se quedó a media palabra.

Porque se vio interrumpido por los gritos espantosos de Sarah, la noviecita. La boca me supo amarga.

—¡Amor! —Volvio a gritar mientras se acercaba.

—¿Ya? —Dijo apenas y levantando la mirada.

Estaba avergonzado.

—Si —contesto y volteo a verme— Hola Elena. —Me sonrió con amabilidad.

Regrese a verla y le sonreí de vuelta. Sentí otra punzada en el pecho, era verdad que era muy guapa. Y eso me calo un poco. Ojalá fuera fea. Ojalá fuera tonta. Ojalá tuviera algo que juzgar pero era perfecta.

—Sarah, es un gusto. —Fui lo más amable que logré. Teniendo en cuenta que me salía bilis por la boca.

—Por fin te conozco, Natalia habla mucho de ti.

—¿Ah si? No sabía que ustedes eran cercanas.

—Nuestros padres hacen negocios juntos desde que somos unas niñas.

Me sentí traicionada. Nat jamás había mencionado que Sarah era su amiga. Y por la cara de Sebastián parecía que el tampoco lo sabía.

—Creí que odiabas que la viera. —Interrumpio Seb.

—¡Ay! Claro que no —se rio incómoda— es solo que es muy guapa y es natural que sea un poco celosa, tu me entiendes ¿Cierto Elena?

—En realidad, no soy precisamente celosa. —Dije tajante.

Estaba mintiendo, porque justo en ese momento celos era mi sentimiento más fuerte.

—¿No? Yo pensaría que con Nathan de novio tendrías que vivir espantando mujeres, debo reconocer que fue el primer niño que me gustó, pero no te preocupes, fue solo un gusto de una niña de 12 años que no duró más que un par de meses. —Volvio a reír con gracia.

Elígeme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora