Capitulo 24

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•El hilo más fino•
Elena

Grave error.

Intentar fingir que Nathan no había cruzado por mi vida no era suficiente, nada lo era para lograr quitarme el dolor del pecho.

El día antes de entrar a clases sentí que quizá podía llamar a mi mamá sin llorar. No había dejado de llamarme y mandarme mensajes, mentí diciéndole que estaba siempre ocupada y que tenía mucho que conocer en Madrid así que no podía contestar sus llamadas. Pero ese día me arme de valor y llame, contesto al primer tono.

—¡Mi amor! ¿Cómo estás? ¿Va todo bien? ¿Que tal la escuela? ¿La ciudad? —Me bombardeo de preguntas.

—Esta bien mami, los cuartos son grandes igual que la ciudad, pero me acostumbraré, ya mañana es mi primer día de clases.

—¿Porqué adelantaste tu vuelo? ¿Está todo bien? Creí que querías pasar más tiempo con Nate, ni siquiera nos dejaste darte un abrazo de despedida. —Mi corazón se pincho al escuchar su nombre.

—Mamá, lo de Nathan y yo...—se me hizo un nudo en la garganta y no pude seguir.

—Lo sé, sé que tuvieron una pelea, estuvo aquí ayer, pero no era motivo suficiente para que te fueras así como así Elena, no puedes ser tan berrinchuda.

—¿Espera que? ¿Nate estuvo ahí ayer? —Me tomo por sorpresa.

—Si, vino a traerme algo de fruta y a platicar conmigo para que no me sintiera tan sola, es un buen muchacho Elena.

—Te llamo después mamá. —Le colgué.

No pude soportarlo más y me solté en llanto, ¿Qué mierda pasaba por la cabeza de Nathan? ¿Cómo se atrevía? ¡Debe ser un maldito psicópata!

Pero aún así, no pude evitar sentir algo de esperanza, el no había podido decirle a mi mamá que ya no estábamos juntos. Y eso podía significar algo ¿No?

Maldita sea, jamás he sido de las que se cuelgan de una cuerda, pero justo ahora, podría colgarme hasta del hilo más fino del mundo.

La escuela era muy intensa, mi antigua facultad no era nada fácil, pero conocía a la mayoría de los profesores y sabía que esperar de cada asignatura. Aquí no era el caso así que tenía que poner mucha atención para no perderme, al menos en clase, no tuve tiempo para pensar en Nathan. O no demasiado.

En el programa de intercambio habíamos venido 4 personas, 3 éramos del mismo salón, y de uno diferente estaba la 4ta persona, que debía ser un hombre, de lo contrario también lo abrían colocado en nuestra habitación.

Hannia, Nat y yo solo compartíamos una clase juntas, y por separado yo coincidía con Nat en una clase más, y con Hannia en otra, mientras ellas estaban juntas en la mayoría de las clases.

Está última semana había sido... Complicada. Hannia y Nat no habían logrado sacarme de la habitación, me dedicaba a ir a clases, hacer tarea y hundirme en la miseria. Casi me quedaba seca, a veces sentía que ya no quedaban más lágrimas en mi cuerpo. Nat habla mucho con Nathan, lo sabía porque siempre que sonaba su celular y era el, se levantaba cuidadosa de no hacer ruido y salía de la habitación. Cosa que no hacía con ninguna otra llamada.

Me parece muy lindo de su parte, hace lo posible por ni siquiera mencionarlo. Con tal de que yo esté bien. Inclusive cambio su peinado, se hizo un flequillo. Pero a favor de mí desgracia, solo consiguió parecerse más a su hermano. Claro que no se lo dije. Se estaba esforzando mucho.

La clase estaba finalizando, y yo me dispuse a ir directo a la biblioteca. No tenía ganas de escuchar a las niñas insistir en que saliera con ellas. Una vez dentro. Escogí la mesa más alejada que encontré, saque mi laptop y me puse a hacer mi tarea. No tenía nada más que hacer.

Elígeme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora