Capitulo 18

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•No eras así•
Nathan

No tenía muchas expectativas de la fiesta que me estaban organizando, y no por Elena, sino por mi, jamás había sido tan amigable como para tener una propia fiesta de cumpleaños.
Era por eso que me sorprendí al ver a tanta gente que conocía de muy poco pero que estaban ahí.

Yo no habría ido a una fiesta de alguien con quién apenas y he cruzado palabras. Pero me hizo sentir contento, así que no dude en empezar a disfrutar la fiesta.

Estaba hablando con unos ex compañeros de la facultad, recordando viejos tiempos, cuando me tope con unos ojos azules que conocía muy bien.
Sussy estaba ahí.

Aunque a Elena no le gustaba mucho la idea, Susana era mi mejor amiga desde que tenía memoria, ha estado en cada momento de mi vida y le tenía un profundo aprecio. No dude un segundo en abrazarla, no tardamos mucho tiempo molestos desde el incidente con Elena.
Pero aún así no volvió al trabajo y era entendible. No tenía porque estar ocupando un puesto tan bajo, siendo la heredera de una empresa tan grande como lo era la de su familia.

—Estas aquí. —Le dije con gusto cuando la solté.

—Jamás me he perdido un cumpleaños tuyo. Así tengas 10 novias no dejaré de verte. —Soltó una risa incómoda.

Instintivamente voltee a ver a Elena, quien estaba dirigiéndose hacía Isaías. Una punzada de molestia cruzo mi estómago. Pero decidí pensar que solo iba hacía esa dirección pero no hacía el. Así que volví a concentrar mi atención en Susana.

—Cuentame de tu nuevo trabajo, difícil ¿No? —Intente desviar la atención.

Le di un trago a mi bebida y juro que casi pude sentir el golpe del alcohol. Ya había tomado demasiado a ese punto, y empezaba a sentirme algo pasado.

—¡Ni me digas! Ahora entiendo porque jamás salias de tu oficina.

Solté una risa, y como por costumbre busque a Elena con la mirada. La escena tan desagradable que presencié me hizo querer ir ahí y estampar la cara de Isaías contra el suelo.

Estaba cerca, muy cerca de Elena, la recorrió de pies a cabeza con una mirada llena de adoración y ganas. Se moría por ella y no se molestaba si quiera en disimularlo. Se acercó aún más a ella y le susurro algo al oído, que por la reacción de Elena no debía ser precisamente bueno. Estuve apunto de ir directo ahí cuando nuestras miradas se encontraron y no dudo ni en segundo en moverse de lugar. La seguí con la mirada hacía las habitaciones. Y sin dudar más, fui hacía ella.

Escuché a Susana a mis espaldas pero no presté atención. Necesitaba encontrar a mi novia. Me estaba muriendo de celos, necesitaba besarla y saber que era mía. Que seguía siendo mía.

Fui directo a mi habitación, dónde estaba casi seguro que la encontraría. A simple vista no la vi, estuve apunto de abrir la puerta del baño cuando Susana me alcanzó, y me llamo tan alto que me distrajo de abrir la puerta.

—¿Qué? —Pregunte molesto cuando la regrese a ver.

&¿No puedes dejarla sola ni un segundo? ¿Tanto es tu miedo a que te deje por el primero que le pase enfrente?

—No te metas en esto Susana.

—No puedes pedirme que vea cómo te traen como un perrito faldero y que no diga nada.

—No sé de qué estás hablando.

—¡Eres su pendejo! Y todos lo saben menos tú.

Era la primera vez que me hablaba así. Jamás se había metido con las chicas con quiénes salía, ni siquiera se molestaba en conocerlas. Pero ahí estaba, gritándome como jamás en su vida.

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