Capitulo 37

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•Quisiera saber•
Sebastián.

Llevaba toda la noche compitiendo por la atención de una mujer de 46 años. ¿Porqué? No lo sé en realidad, solo sentía la necesidad de tener la atención más que el idiota ex novio de Elena. Que por una extraña razón, había llegado sin previo aviso.

Desde el momento en que cruzo la puerta, Elena había estado distraída, y se le notaba a kilómetros que hacía lo posible por no comenzar a temblar y salir corriendo.

Al menos ni siquiera lo volteaba a ver, no sé cómo me sentaría el que ella también le estuviera prestando atención.

—¡Que bonito vestido! ¿Cómo supiste que era mi estilo? ¡Y hasta es mi talla!—Me sonrió emocionada la señora Elizabeth mientras extendía el vestido.

—Intuición. —Le devolví la sonrisa.

La verdad es que estaba mintiendo, después de que llegue a casa y recibí mil abrazos, obligue a mi mamá a acompañarme al centro comercial a escoger un regalo adecuado. Aunque me gane el que estuviera molestándome por querer impresionar a mi suegra, con todo y que le repetí mil veces que no era mi suegra.

Ella me había invitado a su fiesta, y no podía llegar sin regalo, sería de mala educación ¿No?

—Ahora abra el mío. —Le hablo el idiota y ella hizo a un lado mi regalo.

Eso me irritó más de lo que debería, pero su regalo no era mejor que el mío. Cuando la señora saco un juego de refractarios casi quise soltarme a reír. ¿Qué es esto? ¿El siglo anterior? Elena estará molesta si descubre que el trasfondo de ese regalo es mandarla a la cocina.

—¡Están divinos! Justo los que necesitaba. —Auch.

—Recorde que la última vez que estuve aquí, estaba molesta porque había quebrado su favorito, así que pensé que sería un buen regalo.

—Si hijo, ya vez que con lo que me gusta la cocina, no tener un buen refractario es un problema.

—Gracias a ti todos podremos deleitarnos con las maravillas que cocina mamá. —Sonrio el hermano de Elena antes de darle una palmada en la espalda.

Estaba de su lado por supuesto, eran amigos después de todo, me sentí en una enorme desventaja así que intervine.

—Ahora entiendo, ya decía yo que el que la cena de anoche y el desayuno de esta mañana estuvieran tan buenos no era coincidencia. —Esboce una enorme sonrisa. —si es una experta en la cocina.

El idiota regreso a verme como si quisiera asesinarme y eso solo me provocó más satisfacción. Levanté las cejas y sonreí con burla.

Así es idiota, dormí con Elena entre mis brazos, y no puedes hacer nada al respecto.

—Y mis postres también son deliciosos, te prepararé uno antes de que te vayas. —Me sonrió con dulzura Elizabeth.

Que o no se daba cuenta de lo que estaba pasando, o verdaderamente me prefería a mi.

—Eso me encantaría. —Sonreí con satisfacción.

Así pasamos toda la noche, hasta que el idiota consiguió que Elena saliera con el a su auto. Utilicé toda mi fuerza de voluntad para no detenerla, no tenía derecho a eso.

Aunque ella me pidió no dejarla hacer estupideces ¿No? Igual y después de todo si tenía algo de derecho.

Con esa idea en la cabeza me levanté dispuesto a salir de la casa, pero el hermano de Elena me jalo por el brazo impidiendome avanzar.

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