Capitulo 52

0 0 0
                                    

•Lo siento...•
Elena

Pasaron sábado y domingo y ni siquiera el nombre de Nathan escuché. Ví pasar lunes y martes pero fue hasta el miércoles al salir del trabajo que lo ví afuera, parado a lado de su auto. En cuanto mi vio sonrió. Me acerque a el, y con mucho cuidado bese su mejilla.

—¿Cómo estás? —Pregunto mientras conducía y veía al frente.

—¿Yo debería preguntar eso?

—Vamos al rancho, hablemos ahí.

Me límite a asentir, en cuánto llegamos me tomo de la mano y camino conmigo hasta las caballerizas, pidió que le ensillaran a Valentín y luego me ayudó a subir a el. Todo casi que en silencio, no me habló más que lo necesario, camino jalando a Valentin conmigo encima por un largo rato. Tanto que no paro de caminar hasta que llegamos al canal. Amarro a Valentín y luego me ayudó a bajar. Con delicadeza y facilidad me tomo por la cintura y sin mucho esfuerzo me puso con cuidado en el piso.

—Lo he pensado mucho Elena. Pero no logro decidir si debería dejarte ir, o simplemente seguirme aferrando, aunque eso me convirtiera en un egoísta.

—Jamás he querido lastimarte.

—A veces pienso que si no te hubiera dejado en  un arranque de emociones aquel día, problemente seguirías amándome.

—Yo nunca dije que ya no te amará.

—Pero entre más lo pienso —ignoro mi respuesta— más seguro estoy de que así yo no te hubiera dejado, igual te habrías enamorado de el. El resultado hubiera sido el mismo de uno u otro modo.

—Lo siento. —No lo negué, no negué estar enamorada de el.

—En el fondo esperaba que no dijeras eso.

—Yo te amo Nathan —me acerque a el y limpie una lágrima de su rostro— pero yo no soy lo que quieres y tú tampoco eres lo que necesito.

Coloco su mano sobre la mía y asintio antes de regresar a ver hacía el suelo .

—Quería ir por ti, caminar de tu mano una última vez y que todo terminara dónde empezó.

—Eres un hombre increíble.

—Y tú eres la mujer más maravillosa que he conocido.

—Cuidate mucho Nate, pide ayuda cuando la necesites, no seas tan terco y deja que las personas se acerquen a ti, encuentra una buena mujer que te de lo que necesitas y no te quedes a dormir en el trabajo por días.

—Ya no tengas más miedo Elena, a veces las personas tienen que irse, no porque ya no te quieran, sino porque es cuando más lo hacen. Logra todo lo que un día me contaste, y déjame verte de vez en cuando.

—Te quiero mucho Nate.

—Y yo a ti mi chaparrita.

Me aferre a él, lo abrace con fuerza y el me abrazo a mi, ambos lloramos y después de unos minutos me soltó, beso mi frente y pidió que me llevarán a mi casa.

—Tu entiendes ¿No? No puedo garantizarte que si te acompaño, no me abrace a tus piernas y te pida que no me dejes.

Le sonreí y me di la vuelta para irme. Sentí mucha nostalgia pero también sentí como el peso que había estado cargando todo el fin de semana desaparecía. Cuando estuve dentro de mi casa, subí a mi habitación casi corriendo y me deje caer sobre la cama. Esa noche dormí como un bebé, sabiendo que no le estaba mintiendo a nadie.

Deje pasar una semana más, dónde me escondí por completo de todos a mi alrededor, inventé mil excusas para no ver a mis amigas, aún y cuando ya sabían que Nate y yo habíamos terminado. Evitaba a mi hermano lo más que podía, incluso a mi madre y por supuesto, me escondí de Sebastián.

Elígeme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora