II

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Capítulo: 2
Ronald Lombardi
Actualidad....


El color negro y blanco dominan de forma perfecta la oficina en la cual me encuentro parado, mis ojos se detienen en aquella ventana corrediza que refleja una supuesta tranquilidad mientras los ineptos de mis objetivos se encuentran abajo dándome tiempo a escudriñar mis opciones.

— ¿Me copian? — murmuro apretando el pequeño botón del auricular, y creo que perderé la puta paciencia si no me contestan  —. Dije qué si me copian, maldita sea.

La rabia me consume en tan pocos segundos y siento como mi cabeza va a explotar mientras veo el sol entrar por el reducido cuarto, y para agregar, mis ganas de matar a quien vea es más grande que mi afán de acabar con todo esto.

Observo desde el edificio de dos metros al camión de carga con mi rifle, calibre 22 pulgadas. Es silenciosa, perfecta y preciosa para disparar a estos brazos cortos sin que se den cuenta.

Me posiciono mejor acostado en el piso, corro la ventana con total lentitud y poso mi arma de forma sigilosa en la ventana. El edificio está bastante cerca del camión negro en donde se encuentran los ineptos, provocando que no me sea difícil localizarlos.

— Señor, ya van a subir al camión — dice unos de mis hombres —. ¿Señor?

— Váyanse a la mierda.

— ¿Señor?

El auricular que llevo en la oreja suelta un pitido y lo saco rápido de mi orificio auditivo tirándolo al piso con fuerza, lo que conlleva que se rompa en pedazos en el momento que hace contacto con el duro piso.

Veo a un hombre con camisa blanca salir del garaje de unos de los tantos edificios de Italia, fumando despreocupadamente. Y se detiene a dar una calada al cigarro que lleva entre sus dedos para luego expulsar el humo a lo igual que mi rifle lo apunta.

No despego mis ojos de él, en tanto camina hacia un poste de luz. Mira para un lado y luego al otro y baja la cremallera de sus pantalones al tiempo que sigue observando si alguien lo ve. Saca su pene y orina soltando un suspiro de satisfacción y pudo escuchar el palpitar de su pulso pidiéndome a gritos que lo detenga. Luego de unos cuantos minutos camina hacia el camión y gira sobre sus talones el pobre infeliz. Abre la puerta y...

Disparo a su nuca y su cuerpo cae como un saco de papas al piso.

Salen dos hombres vestidos con ropa casual, aún no ven el cuerpo del tipo que está tendido en el suelo, y aprovecho y les meto tres disparos de forma rápida.

Salen más hombres y mujeres. No espero a que vean los cuerpos y los acribillo con mi rifle. De a poco van saliendo más, pero no les doy tiempo a mirar lo que está sucediendo y armo una balacera, lo cual detona que ellos enfundan sus armas sin saber quién los ataca. No obstante, disparo de manera acelerada sin permitir que procesen de dónde provienen.

Están desorientados, no saben de dónde provienen las balas, disparan por todos lados como locos mientras les meto una réplica de fardo sin inmutarme ante estos incompetentes.

Siguen disparando como unos putos imbéciles al aire sin analizar por dónde son asaltados.

Hasta que uno sube la mirada.

Escondo mi cabeza y la ventana se quiebra al caer una lluvia de balas.

Sigo agachado y me arrastro hacia el otro lado, y cuando menos me lo espero, localizo la puerta y desde mi posición la abro, y más balas llegan. Me quedo quieto por unos cuantos segundos una vez qué logro cerrarla, al mismo tiempo que trato de escuchar cualquier mierda.

El final de la bestia (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora