Capítulo: 24
Laura GrecoMis tímpanos detectan el horripilante silencio que se entrelaza con el ruido del agua que cae sin parar sobre un pobre vidrio y de seguro sobre el pavimento de la casa, durante el tiempo que espero a que tome el libro que yace en mis manos.
Pero no lo hace.
— ¿Un libro? — pronuncia después de unos segundos eternos y mis oídos están atentos a cualquier movimiento de su parte.
— Sí, pero...
— No quiero el libro.
— ¿Por qué?
— No es lo que quiero ahora.
— ¿Y qué es lo que quieres ahora? — me atrevo a preguntar, mientras bajo el libro a mi costado.
— No preguntes.
Siento como se mueve y alzo mis manos con todo y libro esperando agarrar su brazo, lo cual logro cuando siento su piel con leves gotas.
— Si no lo quieres leer ahora, lo puedes hacer más tarde... u otro día.
— Laura.
— ¿Sí?
— Iré al grano — siento como quita mi mano como si tratara de no ser brusco —. Deja de hacer estas cursilerías, no van conmigo.
Trago grueso comprendido su punto.
— Entiendo.
— Y no te acerques tanto a mí — hay un corto silencio que deja escuchar la furia con la que cae la lluvia —. Es por tu bien.
— ¿Por qué dices eso?
— Algo simple. No te soporto — siento cómo vuelve a su posición de antes, al frente de mí y dejo el libro en la encimera, en cuanto siento las yemas de mis dedos acariciar el frío de este.
— Yo tampoco no te soporto en algunas ocasiones, pero aun así te hablo. — le digo, y de pronto siento una pequeña rabia que no sé de dónde brota dentro de mí.
— No me jodas, niña.
— Idiota — marco aquella palabra que sale de mi boca con ímpetu.
— Eres igual a tu padre.
— Cállate — no sé si mis ojos están ubicados en su dirección, pero se lo digo con coraje —. No soy igual a él.
— Eres una descarada e imprudente igual que él — no sé por qué, pero cuando escucho aquella palabra provoca que me acerque más a él y al mismo tiempo sentir más profundo su aroma a menta con su peculiar olor a tabaco —. Y mentirosa.
— Imbécil — se lo digo sin titubear mientras más me acerco —. Maldito. Idiota. Imbécil — remarco la última palabra poniéndome de puntillas y colocando mis ambas manos sobre sus pómulos para luego inclinarlo hacia mí.
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El final de la bestia (+21)
DiversosSaga, Marcas de Mafia Libro 1 Su belleza cautivó al asesino. Su belleza cautivó a la bestia. A pesar de tener discapacidad visual.