XLV

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Capítulo: 45Ronald Lombardi

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Capítulo: 45
Ronald Lombardi


Disparos que no logro identificar, retumban por todo el bosque, los pájaros vuelan y se estrellan contra las hojas resbaladizas mientras corro hacia Laura y la tiro sobre mis hombros.

Los disparos no cesan, doy zancadas largas de regreso bajo el atardecer del torrencial de la lluvia.

Entro al baño y cierro la puerta con seguro. La coloco dentro de la regadera; sentada con sus rodillas pegadas a su pecho, mis ojos desesperados recorren su cuerpo, buscando alguna mancha que pinte su camiseta empapada.

— Laura — la llamo alterado al notar que no habla —. ¿Te duele algo? — toco todo lo que puedo, buscando algo y no encuentro nada —. Maldita sea Laura, habla. 

— No.

— ¿Qué sucede?

— Vinieron por mí — sus ojos están llorosos y tiemblan bajo el miedo que los acorrala —. No quiero volver — empieza a negar con la cabeza mientras lágrimas caen por sus mejillas —. No quiero volver, Ronald. Perdón por haberte engañado en la mansión, sé que aún me guardas rencor por eso, pero, por favor, no dejes que me lleven, por favor, Ronald, t-te juro que no te he mentido en ningún momento, no dejes que me castiguen por haber escapado de casa, no dejes que Dimitri y Fernando me lleven —. Respira de manera profunda —. Ellos me castigarán y-y yo no...

— Nadie te llevará a ningún lado y mucho menos te pondrán un dedo encima — sentencio, acariciando su cabello para tranquilizarla, y mierda, se ve aterrada —. Deja de llorar.

— No dejes que me lleven.

— No lo harán, preciosa, primero tendrían que matarme.

Algo evidente que no sé hacer, es calmarla, pero sí sé cómo protegerla.

— Espérame aquí, ¿de acuerdo? — asiente acurrucándose consigo misma un poco más.

Salgo agachado y en ese mismo instante comienzan a resonar nuevamente los disparos. Llego a la cocina, tomo el palo de la escoba, tiro la mesa al piso, la arrastro corriendo de regreso al baño.

Me coloco de cuclillas y pongo entre sus manos temblorosas el palo de la escoba.

— ¿Recuerdas lo que me hiciste en el bosque con tu bastón?

Me entrega un asentimiento de cabeza.

— Quiero que hagas lo mismo, pero el doble de fuerte a quien sientas entrar por esa puerta, ¿entendido? — asiente —. Quiero palabras.

— S-Sí — dice, con los ojos llorosos.

— Bien — saco el celular del bolsillo trasero, y busco el contacto de Leo.

"Nos encontraron"

Salgo y esta vez no escucho disparos, tomo la llave del baño y cierro con seguro.

Arrastro el armario y, por último, lo coloco como escudo frente de la puerta. Busco en los estantes de la cocina cuchillos, lo que sea que me ayude a tener más municiones. Los meto en mis botas y un par en la pretina de mis pantalones.

El final de la bestia (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora