XLVII

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Capítulo: 47Laura Greco

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Capítulo: 47
Laura Greco


Escucho voces.

Gritos por parte de Margarita.

No sé qué sucede, mi corazón martillea contra mi pecho. La desesperación recorre cada parte de mis venas y toda mi anatomía extrema.

Mi pecho se siente horrorizado. No logro saber qué está sucediendo, pero estoy segura de que estamos dentro de un auto o una camioneta al sentir que estoy en un constante movimiento. La verdad, no lo sé, solo sé que no estoy con Ronald y mucho menos con Leo, aquello causa que el miedo se instale en todo lo que es mi conciencia.

¿Hice algo mal? ¿Me alejé mucho de Ronald?

La voz horripilante de esos tipos invade mis tímpanos, que están agudizados a cualquier grito o movimiento que circule a mi alrededor.

No siento a Margarita a mi lado, pero sí frente a mí, ya que siento sus pies chocar con los míos, y la misma acción me hace identificar que estoy en la parte trasera de lo que nos lleva.

— Espero que no abran la boca — dice uno de los hombres con voz morbosa.

— ¿Crees que Karim logre distraerlos?

— ¿Por qué siempre se llevan lo mejor?

— ¿Por qué serán los jefes? — sueltan carcajadas y puedo imaginar que, mientras ríen, sueltan saliva como unos desquiciados al escuchar cómo se ahogan.

— No puedo creer que logramos reírnos en la cara de la bestia. Fue más fácil de lo que creí.

— Hijo de puta, deberías agradecerle a Karim y a la hermosura, que salimos ilesos.

— Opino que se debe a que ya no es el mismo.

— ¿Por qué?

— Él no mató a nuestro jefe cuando tuvo la oportunidad de hacerlo, solamente le disparó dejándolo vivo conmigo.

— Sigue igual. El instinto bestial que tiene no se irá de un día para otro, puede que se calme, pero nunca se irá. Créeme.

— Puede ser — se callan y siento que doblan y el motor del auto se detiene de repente —. Llegamos princesas. — nos informa mientras se ríen a carcajadas secas.

Escucho que abren la puerta de donde sea que estamos, al mismo tiempo que nos sacan. Me arrastran sin darme tiempo a analizar lo que piso. Caminamos y, en menos de dos segundos, se escucha como si abrieran otra puerta, pero esta se escucha como rejas oxidadas y algún tipo de cantado pesado. Me empujan, creo, que a ese sitio, que huele a humedad y moho.

Abro mi boca un poco al percibir otra presencia y no puedo evitar que mi corazón se acelere, porque creo conocer ese perfume.

Mi mente me lleva al día después del banquete. Margarita estaba a mi lado y aquel hombre pasó como un misil a mi costado. Le pregunté a Margarita quién era, pero no supo contestarme, porque, al igual que yo, no sabía quién era. No obstante, cuando lo vio salir más confundido y furioso de la oficina de Dimitri, reconoció su rostro, porque lo había visto en el banquete.

El final de la bestia (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora