Capítulo: 32
Laura Greco— No llores — escucho la suave voz de Leo, mientras siento como toda mi espalda arde, pero no tanto como lo fue hace unas cuantas horas. Giro mi cabeza acostada boca abajo al percibir su cuerpo moverse a mi costado.
— ¿No estás enojado conmigo? — pregunto con miedo y dificultad al sentir como mi garganta quema por la resequedad.
— Sí.
— Realmente lo siento...
— No me pone de coñas que seas hija de Dimitri — su voz se escucha tan decepcionada que me hace arrepentirme de todo —. Lo que sí me pone de coñas es que no le conté a nadie sobre tu existencia para protegerte de mi gente. Ni siquiera se lo conté a Ronald, que es como un hermano para mí, porque sabía que para que él le hiciera daño a Dimitri, te lastimaría de la peor forma. Él no tenía un vínculo contigo, a él no le hubiera importado si eras inocente o no. Simplemente, porque así es Ronald, y decidí no contárselo a pesar de que él, mi hermano, me hubiera odiado por ti. Y... que hicieras esto...
— Tú también me engañabas — me atrevo a decir.
— Sí, pero nunca atenté contra tu vida.
— Yo no...
— ¿Qué crees que hubiera pasado si Ronald no hubiera estado ahí? — trago saliva, sintiendo como todo me pesa —. Lo más probable es que hubiera muerto ese mismo día. Yo no tenía un plan C o D, esos tipos de cosas se los dejo a Ronald porque para eso somos un equipo. Yo me infiltro y él ataca.
No digo nada, sintiéndome más culpable que antes.
— ¿Pero sabes? Al fin y al cabo, tus razones tendrás. Lo importante es que estamos vivos todos.
— No tuve de otra — le confieso a medias —. Es que...
— No necesito que me des explicaciones, al menos no a mí, ya que te conozco mucho antes que él. Y sé que lo que te conllevó hacerlo fue por algo que quizá no podías controlar.
Al notar que no hablo, prosigue.
— Aunque pareciera que es a mí al que deberías rendirle cuentas, bueno, en realidad sí, pero es obvio que algo entre ustedes dos pasó. Y tú y yo sabemos muy bien qué es.
— No..., — hago una mueca al sentir una punzada en el centro de mi espalda —. No sé de qué hablas.
— Está bien si no me lo quieres decir, pero no pretendo ocultarte lo que sucederá a tu alrededor si no actúas a tiempo.
— No te entiendo.
— Mi gente no descansará hasta encontrarte viva o muerta, eres su única carta blanca para llegar a Dimitri, que en estos momentos se encuentra desaparecido. Estás corriendo peligro no solo con mi gente, sino también, por tu familia que debe estar como locos sin tenerte.
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El final de la bestia (+21)
DiversosSaga, Marcas de Mafia Libro 1 Su belleza cautivó al asesino. Su belleza cautivó a la bestia. A pesar de tener discapacidad visual.