XIX

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Capítulo: 19 Ronald Lombardi

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Capítulo: 19
Ronald Lombardi



— Fui yo.

Todos nos volteamos a ver a Laura.

— Yo lo tomé, cuando me dirigía al cuarto de Margarita, ya que antes lo había tomado y escondido dentro del armario.

— El armario, cómo no lo pensé.

No pude dejar de mirarla en todo el almuerzo cuando aquellas palabras surgieron de su boca. Enrique, al soltar aquel comentario, soltó un resoplido diciendo que «deberías de dejar de hacer eso, te meterás en problema» Su voz me acribilla la mente, debido a que fue tan fácil para ella hacerlo creer aquella mentira. Y por si las dudas, en cuanto terminó el almuerzo me dirigí a mi habitación con sutileza y jaqueé la cámara de seguridad, eliminando todas las grabaciones que me incriminan y únicamente dejé el momento en que Laura entraba a la oficina.

Aunque no puedo negar que me topé con la parte en la que Dimitri entraba a la habitación de Laura para luego de media hora o una hora, Laura salir corriendo del cuarto asustada, tocando todas las paredes a su paso, como guía para llegar a la oficina.

Sé que ella me justificó lo de la sangre y el dolor, algo que encontré casi lógico, pero como yo no sé de esa maldita cosa del periodo o mejor dicho, como a mí no me llega esa jodida mierda, no puedo opinar, no tengo la menor idea si es así o no. Solamente sé que se desangran durante tres o una semana con una verga de dolor. Claro, dependiendo de cada cuerpo y que en esos días sus hormonas se vuelven locas. En lo único que soy bueno y puedo defenderme, es saturando heridas de balas o de mayor grado, pero no eso. Solo sé cosas básicas que aprendí en la academia respecto al periodo de las mujeres y nada más.

No puedo negar tampoco que todo me parece algo extraño, tanto que recordar las marcas en sus brazos me hace pensar que Dimitri, de alguna forma u otra, la maltrata.

Realmente no sé ni qué verga pensar, y ya me estoy frustrado. Odio, tardar tanto en descifrar las cosas. Me impacientan.

Mi mente vuelve a la tierra al escuchar la voz de Enrique, mientras estamos sentados frente al escritorio junto a Dimitri detrás de ella.

— Estamos jodidos — de repente comienzan a tocar la puerta antes de que siguiera hablando.

— Pasa — dice Dimitri. La puerta se abre y no logro ver quién está detrás de mí, pero escucho su voz saludar y es uno de los soldados.

— Señor, el hijo mayor de los Ferrini, está
aquí.

— ¿Qué? — espeta Enrique, nervioso —. ¿A qué vino?

— Dijo que quiere hablar con el señor Dimitri.

— Hazlo pasar — sisea el aludido, en tanto sus ojos chocan con los míos.

— Estamos jodidos. De seguro se dieron cuenta de que fuimos nosotros — su mano empieza a temblar, sus ojos están desorientados, por el evidente miedo que está recorriendo su cuerpo —. Debimos... debimos de darnos cuenta de que era un mal plan incendiar la mansión de...

El final de la bestia (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora