XVII

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Capítulo: 17 Ronald Lombardi

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Capítulo: 17
Ronald Lombardi



— Los combustibles y las bombas están listos, señor — me avisa uno de los soldados mientras estamos en el patio de entrenamiento bajo la plena luz del día.

— Bien — miro a todos los soldados que se encuentran en fila con el mentón en alto y la espalda recta, esperando mi mandato.

— Hace unas cuantas semanas les entregué unos informes e indicaciones de sus posiciones, aparte de la estructura de la mansión de los Ferrini, lo cual espero que lo hayan leído bien... ¡Porque no quiero ningún maldito error como la última vez! — alzo mi voz y me coloco en sus lugares, en tanto los miro fijamente a cada uno —. ¡No mueven ni un puto dedo sin mi permiso, ¿les quedó claro?!

— ¡Sí, señor!

— ¡No quiero ver a ninguno de ustedes utilizando el uniforme de los Grecos, utilicen el que recomendé!

— ¡Sí señor!

Giro mi cuerpo un poco y veo a Dimitri y al lambe faldas en el patio principal esperándome.

— ¡Pueden ir a descansar, los quiero bien fresquitos para esta noche! ¡Ahora, ya!

No permanezco por mucho tiempo ahí parado en cuanto vislumbro que se marchan y me desplazo hacia ellos.

— No entiendo cómo le harás para que no se den cuenta de que fuimos nosotros — es lo primero que me dice Enrique al llegar.

— Si todo sale de acuerdo a lo planeado, no se darán cuenta o al menos tendrán que descartarlos — digo con simpleza.

— Aun así, no entiendo.

Clavo mis ojos en él.

— No te estoy pidiendo que entiendas, más bien...

— No has cambiado de opinión con respecto a escoltar a Laura, ¿verdad? — es lo único que dice Dimitri, ignorando el hecho de que estoy por estrangular a su suegro con la mirada, si es que eso se pudiera.

Y me es ineludible no dirigir  mis ojos a él y dibujar una diminuta sonrisa en mis labios.

— Parece que es lo único que te importa en este momento — musito con un tono de diversión.

— No es lo único que me importa en este momento — sentencia —. Es solo que me estoy asegurando de si se mantendrá en pie nuestro trato.

— No recuerdo haber hecho ningún trato. — juego con su paciencia.

Coloca sus ojos en el piso para volver a subirlos y soltar un suspiro.

— No es que dude de la seguridad de Leo, sé que está capacitado para esto. Por algo está en mi organización — entra una de sus manos en su bolsillo delantero —, pero me sentiré más seguro si unos de mis mejores guardaespaldas y el mejor asesino de Italia, escoltan a mi hija.

El final de la bestia (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora