🔥CAPITULO 22🔥

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Tres días después.

😏<<{Ibrahim}>>😏

Han pasado tres días desde que con los chicos decidimos conquistar a mi Ninfa, tres días donde cada uno de nosotros se sonroja al verla y recordar lo que nos vio hacer, tres días desde que vimos una hermosa sonrisa en su precioso rostro.

Veo a todos en la sala de juntas, todos son unos incompetentes que no pueden cumplir con una simple orden. Estoy enojado, bastante enojado, mi Ninfa tiene horas sin aparecer y nadie sabe nada, nadie vio jodidamente nada.

A veces me arrepiento de haberla enseñado tan bien. Sé con certeza que no corre ningún peligro, que quizás quienes lo corran sean quienes están a su alrededor y la hicieron enfadar pero eso no evita que me preocupe.

Ibrahim: En este jodido momento alguno de ustedes, ineptos, me dirá donde carajos está y por qué no está aquí.

Sé que no tienen cómo saberlo, también sé que ella no quiere que la encontremos pero de alguna manera tengo que canalizar mi furia y ¿Qué mejor que con estos inútiles?

No debieron dejarla salir, no sabiendo lo escurridiza y silenciosa que es.

Marco: Señor, la joven salió hace aproximadamente tres horas, dijo que tenía cosas que hacer y que no quería interrupciones.

¿Qué estará haciendo esa pequeña diablilla?

Ibrahim: ¿Y por qué me entero recién ahora?

Lo miro fríamente y veo como traga saliva.

Marco: Pensamos que tenía cosas que hacer, señor.

No hay nada más importante que ella para mi, nada es jodidamente más importante que esa maldita Ninfa que me está volviendo loco desde hace años.

Ibrahim: ¿Les pagó para pensar?

Marco, a pesar de ser uno de los hombres en mis filas al que más confianza le tengo no tengo un trato especial con el, no, aquí nadie tiene amigos, nadie es completamente sincero, nadie es de confianza, en la mafia o duermes con un ojo abierto y arma en mano o mueres, simple.

Mis pensamientos son interrumpidos por la voz de Marco.

Marco: No, señor.

Decido terminar con esto, ya me estoy cansando.

Ibrahim: Esto vuelve a pasar y todas las cabezas de ustedes estarán rodando en las calles más bajas y nauseabundas que puedan imaginar.

Salen disparados cuando demando que pueden hacerlo, cuando estoy solo en la gran oficina con tonos oscuros me levanto y camino hacia la barra, necesito desestresarme un poco.

Esa chiquilla me sacará canas verdes.

La puerta es abierta sin tocar y con ese simple acto ya sé de quién se trata.

Ibrahim: ¿No te enseñaron a tocar, niño?

Digo sin voltear sintiendo su presencia detrás de mí.

Artemis: No, no tuve padres que lo hagan— escucho sus pasos por la oficina— y el hecho de qué me lleves un puto año no te da derecho a decirme niño.

Río un poco.

Ibrahim: Sí, lo que digas ¿A que has venido?

Artemis: ¿No la has encontrado? Te dije que no lo harías.

Atropa Belladona. 1°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora