Capítulo 10

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Capítulo 10

Victoria levantó la cabeza para mirarlo.

V: mi tristeza no tiene nada que ver nuestro matrimonio...

H: ¿no crees que estar casada conmigo acrecienta tu dolor...?

V: no... No entiendo por qué dices eso...

H: quizás estarías menos triste si vivieras con tus papás... No sé, a lo mejor en esta casa imaginas y añoras lo que deseas tener con Osvaldo...

V: Osvaldo me hizo mucho daño... Y no quiero ni pensar en él... No quiero ni verlo...

H: quizás algún día lo puedas perdonar...

V: destruyó una parte de mí... Y no sé si pueda recuperarla algún día...

Con una sola zancada, él ya estaba frente a ella, y se sentó a su lado.

H: claro que vas a poder, Victoria. Vas a recuperar lo que ese tipo con su engaño rompió... Dime algo, ¿hay algo que yo pueda hacer para que lo consigas...?

Ella se recostó en su hombro, y él la abrazó contra su pecho...

"Me abrazaba cada noche fría, de su mano se iba la agonía..."

Y no se dieron cuenta hasta qué hora estuvieron ahí, sentados... Sin decir nada... Escuchando el sonido del mar...


*****


Heriberto era un hombre calmado, controlaba a la perfección sus emociones. Pero esa noche mientras cenaban, Victoria lo notó pensativo.

V: ¿te sientes bien...? (Acariciándole una mano sobre la mesa)

Él la miró instantáneamente.

H: sí... Es solo que mañana es la cirugía de Tatiana...

La hija del gobernador y el motivo por el que Heriberto había llegado a esa ciudad.

Un día crucial sin ninguna duda...

Victoria intentó descubrir exactamente cómo se sentía, nervioso no estaba, tampoco ansioso...

V: ¿qué acostumbras hacer antes de una cirugía...?

H: si es una emergencia, manos a la obra... Pero una como esta... Intento relajarme...

V: ¿cómo...?

H: ¿de verdad lo quieres saber...?

V: sí...

H: prométeme que no te vas a reír...

V: ¿cómo crees que voy a reírme...?

H: promételo...

V: está bien, te lo prometo...

H: salgo a caminar...

V: llegué a pensar que te parabas de cabeza o no sé...

H: bueno, quizás aquí sea algo normal, pero no en la capital... Créelo...

V: entonces, ¿quieres salir a caminar...?

H: sí... Así se me despejará la mente... Gracias... (Dejando la servilleta a un lado y poniéndose en pie)

V: ¿no quieres que te acompañe...?

H: sí... Sí...

V: dame un minuto para ponerme unos zapatos más cómodos...

POR CONQUISTARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora