Capítulo 35

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Capítulo 35

El único peligro que el Dr. Ríos Bernal le encontraba a los deseos de su esposa, era que se resbalara... Por lo que él tenía que estar al pendiente...

Rentaron la embarcación y zarparon... Tal y como era el deseo de Victoria...

Los paisajes eran hermosos, el mar de un azul intenso... El aire puro y todo era paz y tranquilidad...

Disfrutaban de la maravillosa vista desde la cubierta... Llevaban un buen rato navegando...

H: mi amor, ¿te sientes bien...?

V: sí... Perfectamente...

Como él estaba detrás de ella, Victoria se volteó a mirarlo y a sonreírle. Verdaderamente estaba feliz...

Y Heriberto rió...

V: ¿qué pasó...?

H: se me hace curioso que en tierra firme tengas nauseas y no aquí...

La abrazó desde atrás y le besó un hombro.

V: raro, ¿no...?

H: quizás no... Estás acostumbrada desde pequeña...

V: desde bebé salía con mis papás... Más con mi papá...

H: debemos seguir la tradición con nuestros hijos...

V: me gustaría mucho, pero que tú vinieras con nosotros...

H: claro que sí, mi amor... Presiento que seremos inseparables... Me costará mucho dejarlos...

Él la abrazó más fuerte y ella le acarició los antebrazos...

V: el sonido del mar, el viento me generan mucha paz...

H: sí, he experimentado esa misma sensación... Y es extraño que me pase a mí...

V: no, no lo es... A veces pienso en los momentos difíciles que de seguro tienes con tus pacientes, en las cirugías y es justo que por momentos te despejes de todo...

H: ellos pasan peores momentos que yo...

V: pero si tú no estás bien, no puedes ayudar a los demás... Y si tú no estás bien, yo no estoy bien... Y los bebés tampoco...

Las manos de Heriberto le acariciaron el vientre y ella giró el rostro con clara invitación a que la besara...

Parecía escena de película, pero es que ellos parecían una pareja de ensueño... Encajaban a la perfección, eran atractivos y sentían un amor muy grande por el otro...

Llegaron a la zona en que los barcos anclaban y la gente se lanzaba al agua.

Fue ahí donde Victoria le lanzó a su marido una mirada de niña buena...

Heriberto estaba seguro que de la misma forma le pedirían las cosas sus hijos, o mínimo la niña... Y él no sería capaz de decir que no...

H: ¿quieres bajar...?

V: sí, mi amor... Hace mucho calor...

Nuevamente el Dr. Ríos Bernal rió.

H: si mis papás pensaron que te quedarías quieta estos días, se equivocaron... Vamos a cambiarnos...

V: pero te gusta que sea así, ¿no...?

H: me encanta... Es que tú me fascinas, Victoria... "No es que muera de amor, muero de ti..."

Ella sabía que su marido leía poemas, también sabía que era bueno para memorizar... No se contuvo y se giró a besarlo... Tampoco había querido contenerse...

POR CONQUISTARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora