Capítulo 43

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Capítulo 43

Cualquier mujer habría reaccionado mal ante la afirmación de que su marido tenía un hijo con otra, pero Victoria no.

Intuía muy bien el juego que tanto Leonela y Osvaldo se traían, podría asegurar que estaban confabulados.

V: y yo estoy segura de que eso es falso.

Irritado en cuestión de segundos, Osvaldo sacó un papel de su saco y lo abrió para Victoria.

Osv: este es un examen de paternidad y ese niño no es mi hijo. Aquí lo dice, léelo. Por favor, Victoria.

V: por favor tú, Osvaldo, esto comprueba que Max no lleva tu sangre, no que lleve la de mi marido. Ahora vete.

Osv: no hemos terminado.

V: yo ya terminé. Si no sales llamaré a los de seguridad.

Osv: tienes que creerme, Victoria. ¡Leonela y Ríos Bernal nos vieron la cara!

Ella alzó el auricular y pidió que enviaran a 2 guardias de la empresa.

No quería discutir más con Osvaldo. No podía ni soportar su presencia...

No podía creer que en algún momento de su vida creyó amarlo y hasta planeó casarse con él... Ese tipo era indeseable...

Antes de que llegaran sus clientas, le marcó a su marido. Necesitaba contarle lo que había sucedido, se sentía hasta un poco nerviosa...

Como Heriberto llevaba su celular a todas partes, contestó cuando daba la primera ronda a una de las áreas del centro.

H: mi vida...

V: mi amor... Adivina quién se acaba de ir de mi oficina...

H: no sé... Es muy temprano para ya haber atendido a un cliente...

V: Osvaldo...

H: ¿se atrevió a ir a verte??

V: sí... Fue un momento tan desagradable...

H: ¿estás bien? Voy para allá en este momento...

V: mi vida, tiene una prueba de ADN... Me la mostró... Y efectivamente, no es el padre de Max...

H: eso no significa que yo lo sea, sino que...

V: Leonela lo engañó...

H: ya sabíamos que iba a hacer el intento de hacerte dudar de mí...

V: pues no lo logró...

H: ¿segura que estás bien...?

V: sí, mi amor... Me encantaría que vinieras, pero tanto tú como yo tenemos mucho por hacer... Mejor comemos juntos, ¿no...?

H: sí... Tienes razón... Nos vemos luego...

V: te mando un beso...

H: y yo otro, mi amor...

>>>

Esa tarde no pudieron reunirse para la comida por un paciente del Dr. Ríos Bernal, pero él buscó a su mujer unas horas después en el Club de la ciudad.

En su mayoría jovencitas siguieron con la mirada al atractivo médico... Por el contrario, él no volteó a mirar a nadie, porque no necesitaba hacerlo...

Siguió su camino hasta que llegó al área en donde sus hijos tomaban clases de natación, que en realidad era práctica porque los 3 eran unos pececillos.

POR CONQUISTARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora