Capítulo 21 - La Confesora

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Elijah

Después de nuestro largo viaje, Eloísa y yo en una isla desierta gobernada por mujeres. Una mujer mayor parece ser la líder de este clan. Cada una de las habitantes de este sitio, nos rodean y yo pongo detrás a la persona que amo para protegerla.

 Cada una de las habitantes de este sitio, nos rodean y yo pongo detrás a la persona que amo para protegerla

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-Un vampiro... -Dice la anciana. -¿Cómo osas aparecerte ante nosotras?

Me mira desafiante.

-¡Matadlos a los dos! -Ordena a las demás que se preparan a atacarnos.

Una de ellas coge a Eloísa de la muñeca, haciendo que su pulsera caiga al suelo. En un movimiento habilidoso, soy capaz de cogerla del cuello y apresar sus dos manos para que no pueda tocarme. Sé lo que es, ella es una confesora, como las demás.

-¡Elijah, no! -Grita la joven Salvatore mientras se agacha a recoger su pulsera.

Una de las mujeres se acerca y la atrapa, colocando un cuchillo en su cuello.

-¡Suelta a Laila, vampiro! -Demanda la joven rubia que supera con fuerza a Eloísa.

-¿Crees qué no la mataré e iré por ti si le pones un dedo encima a la chica? -Miro a todas a mi alrededor. -No quiero marcharme las manos, nunca he matado a confesoras. -Suspiro y aflojo el agarre. -Nosotros hemos venido en son de paz.

-¿Por qué íbamos a creerte, vampiro? -Cuestiona una mujer pequeña y pelirroja.

-Porque la joven a la que tu amiga está amenazando con un cuchillo, es una de las vuestras. -Les revelo.

La mujer mayor se acerca a observar a Eloísa. Pasa sus manos sobre su cabeza y luego sobre su cuello donde el colgante brilla con intensidad. Todas las presentes se sorprenden.

-¿Cómo te llames, querida? -Sujeta con delicadeza su barbilla.

-Eloísa, Eloísa Salvatore.

La mayor de todas las confesoras no deja de analizar a la mujer que amo.

-¡Suéltala Edith! -Le dice. -Ella es una de las nuestras.

-Sí, Madre Confesora. -Se inclina hacia ella y suelta a Eloísa.

-Bien, vampiro, deja libre a Laila. -Demanda y yo obedezco.

Una vez suelto a la confesora que tenía en mi poder, Eloísa corre hacia mí y yo la estrecho entre mis brazos.

-Ya está, tranquilízate... -Beso su cabeza y luego acaricio su espalda.

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