Nada Que Perder

Capítulo 34 - Pesadillas

Eloísa

Ya sé, no me digáis nada. Tengo una tendencia bastante grande en perdonar a Elijah, ya lo sé. Sin embargo, es lo que tiene estar enamorada. Además, ya que me acabo de enterar que voy a ser mamá, pues las hormonas hicieron el resto.

Han pasado días desde que nos volvimos a encontrar y me trajo a Italia. Quería asegurarse de que yo estuviera bien cuidada. ¿No es un amor?

No os voy a mentir. Sigo teniendo secuelas de lo que viví hace 3 meses y una semana. Aunque intento controlarme, las pesadillas vuelven a mí siempre. Aunque no siempre son las mismas, otras son muy diferentes como la de a continuación.

Estoy en un bosque caminando sin rumbo con mi tripa de 8 meses. Elijah me dijo que me encontraría aquí. Pero no veo nada y se está haciendo de noche.

—¿Elijah? —Elevo mi voz para no sentirme tan sola.

Mientras doy unos pasos más, siento una mano amable en mi espalda. Yo esbozo una sonrisa pensando que es la persona que busco, pero al darme la vuelta mis expresión facial cambia a una muy diferente. Mi instinto me dice que huya de ahí, pero defenderme y proteger a mi pequeña es lo primero que debo hacer.

—¿Esther? —Intento cogerla del cuello, pero ella desaparece.

Luego reaparece y con una sola mano hace que yo caiga al suelo. La veo con un aspecto distinto a la mujer que conocí hace unos meses. Lleva el pelo largo y rizado con ropajes antiguos.

—Mi pequeña confesora, no he venido a hacerte daño. —Posa sus ojos en mi vientre abultado. —Esa bebé no debe nacer.

—No pienso dejar que le hagas daño. Sobre mi cadáver. —Intento levantarme, pero no puedo moverme. Una fuerza invisible me tiene incapacitada. —¿Qué has hecho con Elijah?

—Ven... —Le tiende su mano. —Acompáñame para que veas dónde se encuentra.

Lucho con todas mis fuerzas por deshacerme de su hechizo, pero no puedo. Así que finalmente, sin poder oponerme más a ella, le doy la mano y ambas caminamos hacia donde me indica.

Después de unos minutos llegamos a una casa de madera. Escucho a personas riendo y bailando. ¿Es Elijah?

—¿Por qué no te acercas a mirar un poco?