Capítulo 30 - No puede estar pasando

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Eloísa

No sé dónde me encuentro. Ni siquiera recuerdo como llegué aquí. Dejadme hacer memoria lo que pasó ayer en la noche y hoy para ubicarme un poco.

Hace unas horas atrás...

Pasaron muchas cosas durante la celebración que Esther Mikaelson había decidido hacer. Ahora comprendo que todo era su plan para poder exterminar a sus hijos porque según ella, eran una aberración de la naturaleza.

No tenéis idea lo que me duele ver a Elijah tan destrozado por ésto. Sé que él no deja que nadie vea dentro de su corazón, pero conmigo no tiene que fingir, yo siempre estaré a su lado.

Acepté que se fuera con sus hermanos al día siguiente para detener a su madre y yo aprovecharía para quedarme en la casa Salvatore. Necesitaba hablar seriamente con Damon y Stefan sobre lo que pasó anoche, pero para mi sorpresa cuando llegué allí, no había nadie.

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Me di una vuelta enorme por todo el pueblo, pero nada de nada. Así que ahora decido mandar un mensaje a Elijah diciendo que mis familiares no estaban disponibles, así que iría a caminando a la mansión de Nik. 

Ni se te ocurra irte sola, Eloísa. Espera que vaya yo por ti. —Dice él.

—No necesitas venir, puedo ir yo sola. He traído el coche. —Intento explicarle. 

No me importa, ahora más que nunca hay que tener cuidado, por favor hazme caso. —Me suplica con una dulce voz.

—Está bien, te espero fuera del Mystic Grill, ¿de acuerdo?

Al final, decido no preocuparlo más, demasiado tiene con querer proteger a su familia y estoy yo, estorbando su camino.

No pasó ni media hora cuando él se presenta ante mí. Me levanto para darle un abrazo al que soy correspondida. Después de unos largos minutos, se separa un poco de mí y me inspecciona, como si yo fuera de porcelana.

—Estoy bien, Elijah... —Pongo mi mano en su mejilla y la acaricio suavemente. —¿Cómo va todo con lo de tu madre?

Le cuesta contarme que les está siendo difícil dar con ella, pero que tiene un plan para poder localizarla. Le pido que me cuente, pero él me convence que es mejor mantenerme al margen. 

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Llegamos al hogar de Luca y su padre en coche. Ninguno de los dos se baja de ahí.

—No puedes obligarme a quedarme aquí. —Niego con la cabeza. —Quiero ir contigo.

Elijah se quita el cinturón y hace que le mire. Acaricia mi cara con delicadeza y yo me estremezco con su toque. Le escucho suspirar profundamente y yo no le quito los ojos de encima. Necesito que se rinda para que me lleve con él. Sé que puedo ayudarle, odio estar encerrada como una damisela en apuros.

—Mi pequeño candor... —Sonríe al decirme eso, sabe que no me gusta. —¿Por qué me lo pones tan difícil?

—Porque sé que puedo defenderme sola, me has enseñado bien. —Junto nuestras frentes. —Por favor, amor... 

Escucho su risa corta cuando le digo "amor". Es la primera vez que yo le digo algo parecido.

—Tiene que haber muchas situaciones como estas para que tú me llames así. —Siento sus labios sobre los míos. Una de sus manos se posa entre la zona de mi cuello y clavícula. —Lo siento, amor, pero no puedo arriesgarme que Esther te haga daño.

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