XXXII

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Estocolmo.

Capítulo 32

|Y tomé una desición ...|

"Yo era un ser que estaba roto por dentro, por fuera por cada parte de mí. Te quería tanto que no quería que tú te rompieras y aún asi te rompí yo mismo."

     Ino soltó un suspiro durante el almuerzo estando sentada al lado de Deidara y lejos de Hidan quien era un pervertido de primera que no dejaba de mirarla. Itachi no estaba almorzando, sabía que hoy era uno de esos días en los que había caído enfermo otra vez consecutiva y eso le preocupaba. Desde que estaba aquí había mejorado en más de un sentido por sus habilidades en medicina como ninja médico pero durante invierno era peor el asunto. Estirando un poco los brazos miró con atención el plato lleno e intentó comer mientras Deidara no dejaba de hablar entusiasmado con ella, desde lejos parecían hermanos.

     — Mezclando el C4 y el C3 se crea una combinación perfecta en mi Jutsu, como el arte es una explosión lo más recomendable sería que era grande y eso es lo que estoy practicando pero las figuras que hago con esta combinación no son muy creativas a la vista—. Explicó mientras hacia la forma de una araña — ¿ves? Repetitivo.

    — Pero si eso está bien feo —. Lo expresó con asco y con la sinceridad que solo ella podía mostrar olvidando por completo con quién hablaba.

     — ¿¡Qué has dicho maldita niña?! —. Gritó furioso —. Te explico mis pensamientos ¿Y esto es lo que obtengo? ¿¡CÓMO TE ATRAVES A INSULTAR MI ARTE!?

     — ¡Pero es que esa cosa está bien fea! ¿que más quiere que te diga?, joder —. Agregó molesta poniéndose de pie al notar que el masculino había alzada sus manos para lanzarle una explosión.

       — ¡Estás muerta! —. Gritó haciendo una posición de manos sin embargo de pronto fue atrapado en una burbuja de agua — Maldito Kisame —. Susurró, sin embargo se escuchó mientras escapaba el oxígeno que tenía al soltar la maldición.

     — Deja en paz a la chica, solo fue sincera — dijo haciendo una serie de posiciones de manos dejando inconsciente al Akatsuki más joven y al hacerlo cayó de golpe contra el suelo completamente mojado —. Si no es él, es Tobi.

     — Simplemente hay personas que no aceptan la sinceridad —. Agregó Kakuzu — ¿Cuánto costó este almuerzo?

     — Maldición Kakuzu, cállate y come —. Dijo Pain.

    Ino soltó un suspiro escuchando las discusiones cotidianas en la organización mirando aquel almuerzo. Ayer había sido un día largo, el abrazo de Itachi le dió tanta fuerza que podía sentir qué podía con todo pero después de eso nada salió bien, parecía que quería decirle algo pero el frío y la nieve le hacía daño empezando a toser tan repentinamente que apenas podía mantenerse consciente hasta que no pudo. Ino lo auxilió pero aún así pidió ayuda para cargarlo y estuvo cuidándolo la noche entera pero no despertaba, su temperatura se estabilizó también su estado pero seguía durmiendo, su respiración estaba tranquila. Aún así en medio de una discusión cotidiana seguía preocupada, primero por su salud y segundo quería saber que iba a decirle. Tenían tanto de que hablar pero no, había decididos enfermarse.

      Otra vez no tenía apetito. Pero no es que como que sea muy extraño en ella quien hacia lo posible para estar a dieta y en forma perfecta, únicamente se quedó ahí jugando con la comida ante la atenta mirada de Kisame quien soltando un suspiro continúo comiendo. Esa chica era un problema bastante divertido pero un problema en fin, de nada servía preocuparse.

      — A veces dura una semana entera así, no es como que preocupándote haces algo —. Agregó el hombre tiburón mientras comía algo de pescado curiosamente, sus ojos vacíos y brillantes a la vez se fijaron en ella de nuevo —. No es como que no comiendo se vaya a curar.

      — Lo se pero... —. Soltando un suspiro se recostó de la silla — ... no puedo evitarlo aunque me lo digas.

      Sus pasos eran lentos conforme avanzaba hasta que finalmente alcanzó la habitación del masculino, tardo unos segundos en entrar solo mirando aquella puerta cuyas marcas sabía de memoria. En esta habitación ocurrió todo, su enamoramiento con el Uchiha ocurrieron en las cuatros paredes de las que tanto quiso salir y luego quiso quedarse. Abriendo la puerta lo encontró durmiendo plácidamente, su respiración estaba lenta y tranquila. Cerrando la puerta tras de sí se acercó hasta sentarse en aquella silla donde él también solía sentarse mientras dormía. Tomó su mano tan helada que al tocarla podía sentir una gran corriente eléctrica hasta qué llegó al corazón, como una electricidad muy hermosa corriendo su cuerpo.

   Sus manos callosas, masculina pero a la vez fría que al tomarlas podía sentirse tan segura. Lentamente elevó aquella mano sujetandola con sus sus manos delicadas depositando en beso en la masculina extremidad del hombre, sujetandola con fuerza.

    — Te sientes cálida —. Susurró con delicadeza cautivando la atención de Ino quien inevitablemente sonrió de alivio mostrando las perfectas que eran sus facciones al mostrar una hermosa sonrisa —. Que linda te ves cuándo sonríes así.

      Su voz ronca, parecía que había dormido por semanas mientras se sentaba sobre la cama apretando con fuerza las manos de la chica, sonriendo con cariño. Estirando su mano disponible acarició su rostro.

     — ¿Cómo te sientes? —. Preguntó ella con atención mirándolo de arriba abajo.

      — Mejor, mucho mejor —. Dijo acariciando su largo cabellos suelto bajando su mano hasta la nuca de la la mujer acercando su rostro al de él ante su atenta mirada, Ino cerró los ojos sintiendo como Itachi le dió un beso cariñoso en la frente que la hizo sentirse tan bien y segura que casi olvidaba que en realidad seguía molesta con él —, lamento causarte tantas molestías. Te aseguro que todo estará bien, voy a solucionar todo —. Dijo con cariño ocultando su rostro en el hueco del cuello y el hombro de Ino.

      Ella lo abrazo intentando entender lo que él quiso decir.
 
      — ¿Qué quieres decirme con eso? —. Pero no llegó ninguna respuesta que la sacara de dudas.

      — Que te amo —. Fue lo que respondió y eso únicamente hizo que su corazón dé un salto que le dolió el pecho al hacerlo, podía sentir su calor, sus sensaciones, su corazón acelerado mientras ella sentía que el suyo se saldría.

       Cerró los ojos sonriendo.

     — También te amó —. Respondió con clara sinceridad mientras escuchaba el cantar de las aves en el fondo.

ESTOCOLMO. [Itachi x Ino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora