20. El ligón del grupo

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 Capítulo 20

 El ligón del grupo

GAVI

—¿A qué estás jugando?—dice Pedri en el momento que la puerta se cierra, dejándonos a los dos a solas. La habitación está hecha un desastre y solo levemente iluminada por las lámparas de las mesillas. Los móviles cargan sobre las camas deshechas, y las maletas abiertas de par en par a medio hacer en una esquina.

—¿Qué?—no entiendo su pregunta. El tono, la forma en que me mira y la acusación implícita en sus palabras.

—Con Ara, Gavi. No te hagas el tonto.—ah, se trata de eso.

—No estoy jugando a nada. Ha venido a enseñarnos la camiseta y ya está.—le respondo encogiéndome de hombros. No quiero hablar de lo que pasó el otro día en mi casa. Bueno, de lo que casi pasó.

Ni de porque le estaba tirando la caña ahora si se supone que le odio a muerte y no le puedo ni ver.

—¿Seguro? Se ha ido demasiado rápido. Sea lo que sea que se te esté pasando por la cabeza, para.—me dice acusadoramente. Una amenaza a medias, porque viniendo de mi amigo sé que es con las mejores intenciones, pero no deja de ser una amenaza.

—¿Por qué me dices esto?—se que sus palabras tienen un doble significado lo que no estoy seguro es cual. Y eso es lo que estoy intentando averiguar. Si le gusta la rubia es tan fácil como decirlo, yo no voy a ser quién se meta en medio de ella y el canario.

—Ara es una chica increíble, y no quiero que la arruines con tus jueguecitos.—replica. No está siendo honesto conmigo, y los dos lo sabemos.

—Sabes perfectamente que yo no soy así.—me molesta que crea que soy un mujeriego que se dedica a jugar con las chicas. Porque no lo soy, ni mucho menos. De hecho, es más bien todo lo contrario.

—Eso pensaba—me responde—pero últimamente no hago más que ver cómo te metes con ella. Y si no podéis convivir, igual es mejor que os toméis un aire. Coge distancia. Vete cuando ella este. Yo que se Gavi, pero no le hagas mierda por tus inseguridades del pasado.—sus palabras se clavan como puñales en mi pecho. Se lo permito porque es mi mejor amigo, pero joder. La sinceridad me mata.

Auch. Justo a donde más duele.

—Entiendo porque te preocupas, y créeme que nada de esto es así.—le respondo. Aunque no estoy muy seguro de mis propias palabras.

—Voy a ir a buscarla y a preguntarle si quiere cenar McDonalds. Cuando vuelva, espero que tengas las cosas más claras.—dicho esto da un portazo y se marcha de la habitación, dejándome solo con mi cabeza y mis pensamientos a doscientos por hora.

Aún no comprendo la situación. Pensaba que Pedri estaba molesto porque tonteara con Ara, sin embargo, él no ha visto lo que ha sucedido hace apenas diez minutos en el cuarto. Salvo que lo haya escuchado a través de la puerta del baño...

Otra cosa que no entiendo. No sé por qué he hecho eso. Es verdad que mi camiseta le quedaría mejor, y que su pelo se veía tan suave que me han entrado ganas de sujetarlo. Sin embargo, todo esto no tiene nada de sentido.

Quiero a Ara cuanto más lejos mejor. Sea lo que sea que esté pasando, está ya es la segunda vez. Y no quiero que haya una tercera.

Volviendo a lo que ha dicho Pedri, no sé porque piensa que está situación es como la anterior. En la que una chica se hizo mi amiga solo por la fama y la vida que llevamos y no por quien soy. El caso no es así.

Es simplemente que Ara tiene algo que me invita a molestarla.

Pero tiene razón, está claro que el que juega con fuego se quema. Y yo no estoy dispuesto a quemarme. Sea por lo que piensa Pedri, o por estos encontronazos que no paramos de tener. Se acabó.

No más juegos.

Dicho esto, cojo una sudadera y bajo yo también al McDonalds. A fin de cuentas, Pedri es mi mejor amigo en la selección y no quiero que haya tensión entre nosotros. Y como ya he decidido que se acabaron las bromas con Ara, no creo que le moleste que me una a ellos a cenar.

¿No?

Entro en el local y enseguida el olor a comida rápida me llega. Veo como un par de chicas cuchichean a mi izquierda y me arrepiento de no haberme traído las gafas de sol. Quedan totalmente ridículas cuando es de noche, pero me evitan la mayoría de situaciones incomodas. También es verdad que muchas seguidoras saben que estamos aquí ya que Ara se ha pasado toda la mañana subiendo videos de nosotros a las redes sociales, sin embargo, creo que su técnica es publicarlas cuando ya no estamos en el sitio para evitarnos problemas.

Una chica lista.

De todas formas, me pido unas patatas. Sin sal, que luego me mata la sed. Y una hamburguesa, la más grande que puedo encontrar, y cuando tengo mi pedido listo me dirijo a la mesa donde están Ara y Pedri sentados.

Interrumpiendo su cita romántica o lo que sea que están manteniendo.

—¿Tú otra vez?—pregunta la rubia alzando una ceja.

—Me entró hambre y pensé en unirme a vosotros, espero que no os moleste.—respondo con el tono más pacífico que puedo, y clavo mi mirada en la de Pedri, dándole a entender que he reflexionado y que se acabaron las bromas.

—Sólo por hoy Gavira, no quiero que te acostumbres a mi compañía.— me responde la rubia de un mucho mejor humor, Tanto que hasta me clava un codazo suave en las costillas.

No sé de donde han salido estas confianzas.

—¿Podemos hacernos una foto con vosotros?—preguntan una chicas, las mismas que se me quedaron mirando cuando entré en el establecimiento.

—Claro, yo os la hago.—dice rápidamente Ara, saltando casi por encima mía e incitando a las chicas a posar a nuestro lado. Noto como una se pone roja cuando sus amigas le dicen que se ponga al lado de Pedri. Esto pienso recordárselo.

Nos dan las gracias y nos desean unos buenos días por Madrid. Al menos han sido agradables.

—¿Te has dado cuenta de que a una le has gustado?—bromeo con mi amigo. A lo que Ara nos mira con una sonrisa de lado. Parece que le divierte ver el salseo.

—Me ha dado su número para ti.—dice ella entregándole al moreno un papelito doblado.—Un poco joven para ti, pero igual podéis hacerlo funcionar.—Continua la rubia.

—¿Desde cuando eres tú y no yo el ligón del grupo?—le respondo de broma dándole un golpecito a mi amigo, que sigue aún anonadado.

—¿Tú eras el ligón del grupo?—responde Ara entre risas. —Imposible.

Esta chica busca minarme el ego, por lo que veo. No hace otra cosa que meterse conmigo y criticar todo lo que puede de mí.

—Pensaba que se me notaba más. Vaya, cuando me acerco las chicas se quedan paralizadas.—le guiño un ojo con mi comentario, haciendo que Pedri largue una carcajada. Sin embargo, parece que Ara está pensando en algo más.

—Yo creo que se quedaban paralizadas de lo mal que hueles Gavira. Igual deberías probar a ducharte.—me responde. De todas formas, me da igual lo que me diga, me ha dejado bastante claro que sabe que me refiero a ella antes. Cuando me he acercado se ha quedado congelada en el sitio, casi se le borra la sonrisa irónica. Digo casi, porque es imposible quitársela. Aunque hay veces que me gustaría borrársela, a besos.

Espera que.

Olvida lo último que he dicho, en el entreno de ayer remate demasiadas veces de cabeza y creo que el cerebro me ha dejado de funcionar.

—Tierra llamando al sevillano.—dice Pedri dándome un golpecito en la cabeza.

¿Ves lo que digo? Es poco probable que lo que tengo de cerebro funcione bien a estas alturas.

Sí, es eso.

—Perdón, me he desconcentrado.—respondo. A lo que la rubia me lanza una mirada de: ¿En quién estabas pensando Gavira?'.

Justo lo que me faltaba. Tener una cotilla en mi mente también.

Y así pasamos el resto de la noche hasta que llega la hora de irse a dormir. Contentos, riéndonos y sin que Ara y yo nos tiremos de los pelos.

¿Sorprendente? Eso parece

By chance | GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora