37. Pillados

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Capítulo 37

Pillados

ARA

Hay una cosa que odio, y es despertarme con la luz entrando por las ventanas. Me pone de muy mal humor que se me olvide echar las cortinas antes de acostarme. Es de mis peores manías y las que más me frustran. Es como levantarse con el pie izquierdo.

Me doy la vuelta intentando huir de la luz, aunque no parece muy posible, porque puedo notar como esta cae directamente encima de la cama. Ni las sábanas, ni la almohada ni un antifaz podrían taponar los rayos.

Jurado, me pone de un humor de perros.

—En que puto momento se me olvido cerrar la cortina.—gruño abriendo los ojos. Para mi sorpresa, lo que veo no es lo que esperaba.

Mierda. ¿Dónde carajos estoy?

Tardo un par de segundos en acostumbrarme a la luz, los suficientes para recordar anoche.

Gavi.

El futbolista duerme a mi lado, esparramado en toda la cama. Con razón no podía darme la vuelta. Me ha tenido toda la noche atrapada en el lado izquierdo de la cama.

Evaluo por un segundo mis opciones. Es verdad que he estado en casa de Gavi antes, pero todas las veces me he perdido. Además, sus amigos se supone que están quedándose aquí, aunque no puedo asegurarme del paradero de Mario, que me da la sensación de que ha dormido en nuestro piso.

Un intercambio, él duerme con mi amiga y yo con su amigo. Solo espero que no sea demasiado obvio. Llevo haciendo como si nada hubiera pasado en el mundial con las chicas dos semanas. No creo que les siente muy bien enterarse ahora.

Se enfadarían conmigo por no haberles dicho que me dedico a besarme con el centrocampista del club. Bueno, con los dos centrocampistas, concretamente.

Por tanto, opción de pasearme por la casa y hacerme el desayunando queda descartada. Opción B, despertar a Gavi. Diría que me da pena, porque está durmiendo como un bebe. Pero la realidad es que no me importa.

Acerco mi dedo a su mejilla y empiezo a darle golpecitos.

—Pss, Gavira, es hora de levantarse.— se revuelve, pero no consigo que abra los ojos. Joder, sí que duerme profundo.

Vuelvo a golpear, está vez su frente, de nuevo sin éxito. Este chico duerme como una marmota. Habrá que pasar a la opción extrema, quitarle la manta. Es verdad que en Barcelona nunca hace demasiado frío, pero es invierno, si te destapas te destiemplas.

Y bueno, que seamos sinceros, a nadie le gusta que le roben la manta suave con la que está durmiendo tan plácidamente.

Le quito la manta del tirón.

Joder, se me había olvidado que solo llevaba los calzoncillos puestos.

Menos mal que mirar nunca hizo daño a nadie.

—¿Qué coño?—bufa Gavi abriendo los ojos de golpe.—Te juro que te mato.—que despertar más romántico.

—Me gustaría verte intentarlo.—le respondo. El futbolista vuelve a agarrar las sábanas y a echárselas encima. Parece que no tiene ganas de que empiece el día.

—Ara, déjame dormir por favor.—suspira apoyando la cabeza en la almohada.

—No quiero ir a desayunar y encontrarme a Javi o Alex.—suspiro dándome por rendida. No me encanta hacer esta confesión, pero si no sé qué el chico va a ignorarme olímpicamente.

By chance | GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora