Capítulo 38
La cita
GAVI
Sólo me pongo nervioso en los partidos importantes. Así que no termino de entender porque tengo la pierna izquierda dando golpecitos contra el suelo del coche. Como si algo que no fuera fútbol fuera capaz de alterar mis sentidos.
La rubia está tardando más de lo que debería, lo cual puede significar dos cosas: la ha interceptado la vecina psicópata o ha mentido y no estaba lista. Porque la opción de que se haya arrepentido en el último minuto y no quisiera salir conmigo me niego a contemplarla. Sería tal patada a mi ego que no podría soportarlo.
Espero que sea lo segundo, porque esa señora que tienen de vecina parece que da bastante miedo. Y no la conozco. Solo por lo que he escuchado decir a Pedri y a alguno de los chicos sé que no quiero tener el placer de tenerla cerca.
Por fin, el pelo rubio que me estaba poniendo el estómago del revés aparece. No tengo muy claro que el plan que tengo para nosotros sea la cosa más romántica del mundo.
Pero bueno, nos hemos pasado insultándonos los primeros dos meses que nos hemos conocido. No es ahora el momento de hacer las cosas de forma convencional.
—Buen outfit—la saludo con un abrazo rápido mientras huimos de su calle. Lleva puesto unos vaqueros azules con una sudadera del Barsa. Básica pero uniformada, como debe ser. Tampoco esperaba verla con un vestido de brillos y tacones, porque ni Ara es así, ni la cita era de ese estilo.
Lo dicho, no somos típicos y no vamos a empezar a serlo ahora.
Confieso que yo, en un intento por pasar desapercibido, me he puesto un vaquero sencillo negro a juego con una sudadera gris. Esperemos que con eso y la gorra nadie sepa que se trata de mí.
Desventajas de ser futbolista, ni una cita puedo tener.
—Lo mismo digo. Te ves raro sin el uniforme.—bromea observando mi vestimenta. Me hace gracia el comentario, pero es verdad que salvo las raras ocasiones en las que hemos coincidido de fiesta o en casas, normalmente solo me ha visto o con la equipación o con la ropa de entrenamiento del club.
—¿Lista para el día de hoy?¿Has traído lo que te dije?—pregunto entrando en la autopista en dirección a las montañas.
Lo dicho, nuestra cita no es lo más convencional. Pero ir a cenar a un restaurante en Barcelona Centro no es la mejor idea para una primera cita. No duraríamos ni dos minutos antes de que una oleada de fans y de periodistas nos abordasen. Y bueno, de que la periodista me tirara una gamba a la cara y yo le lanzara un pan de vuelta.
—Lo tengo todo.—me responde señalando la pequeña mochila que ha colocado entre sus piernas.
Las montañas no están nada lejos de centro, y las vistas desde la carretera son preciosas. Es de lo mejor que tiene Cataluña, y lo que más agradezco. En Sevilla no tenía opción de subir a la sierra como aquí, que en nada puedo plantarme cerca de los pirineos.
—Nunca había estado en esta parte de la ciudad.—confiesa la rubia, que lleva media hora con la cara pegada al cristal.
Parece que he tomado la decisión correcta trayéndola aquí. Era consciente de que Ara es fan de los deportes, pero no sabía que era tanto el nivel. Creo que salvo el kárate le gustan absolutamente todos.
—Es bastante bonita y poco concurrida.—le explico.—Cuando empecé en el Barsa me venía aquí a correr para evitar las multitudes.—era uno de mis lugares seguros, y me alegro de estar compartiéndolo ahora con ella.
—Entiendo porque.—comenta cuando estacionamos el coche.
En seguida el aire fresco del campo nos envuelve. Me gusta este sitio, y espero que a Ara también. Si he sabido leer bien entre líneas le encanta el deporte.
Igual puede cambiar uno de sus entrenamientos por esto. Tengo entendido que los días que sale pronto del club y cuando no está haciendo cosas con las chicas se dedica a ir al gimnasio o a salir a correr.
—Sé que no es lo más normal para una cita.—empiezo, inseguro de pronto por si esto no es lo que ella querría hacer.
—Gavira, que no te preocupes. Me gusta el plan y entiendo los problemas con los que lidias en tu día a día.—echa a andar montaña arriba y no me queda más remedio que seguirla.
Hace un poco de frío, porque es la mitad del invierno, pero los dos vamos bien vestidos. De todas formas esto es Barcelona, no conocemos la palabra mal tiempo.
El camino se me hace corto. Lo pasamos entre bromas e insultos, como es normal entre nosotros.
Estos días entre medias al final decidimos quedar y ponernos al día. Aunque sólo habían pasado dos semanas desde que nos vimos en el mundial encontramos suficientes cosas de las que hablar.
No sé, me da la sensación de que igual hay algo más que solo química entre nosotros. Pero necesito saber qué es lo que piensa Ara al respecto. En otras palabras, me está empezando a gustar la rubia.
Y eso asusta.
Estando en mi posición es muy difícil tomar una decisión. En el momento que algo salga a la luz estamos los dos jodidos, por eso tenemos que medir bien nuestros pasos.
—Llegamos.—sonrío cuando vemos por fin las vistas.
De verdad que este sitio es precioso. Sé que Ara también lo piensa porque se le ilumina la mirada al fijarse en lo que tiene delante. Como para no, es un espectáculo natural lo que tenemos al frente.
—Me encanta.—confiesa.
Nos sentamos en el banco que da hacia las vistas. Desde donde estamos se ve el mar y la montaña a la vez. Mi combinación favorita.
—¿Qué planes tienes cuando acabes en el Barsa?—pregunto por iniciar la conversación.
—En teoría aún me queda un poco de universidad, pero creo que voy a tomar esos exámenes ahora, por adelantado.—explica.—Así en febrero cuando acabe las prácticas puedo valorar opciones de trabajo.
—¿Tienes ofertas?—vaya, eso sí que no me lo esperaba.
—Hice contactos en el mundial. Y hago bien mi trabajo, a ver si dejas de sorprenderte por eso Gavira.—me regaña.
—Perdón, perdón doña periodista.—bromeo.
—¿Tú que plan tienes?—en mi caso es sencillo, yo siempre lo he tenido claro.
—El mismo desde que era pequeño. Barsa, Barsa y Barsa.—desde que salí de Sevilla he sabido que mi destino estaba aquí. Y el plan es seguir aquí todo el tiempo posible.
—Me hace gracia pensar que me salvaste el primer día de trabajo, luego me odiaste por dos meses seguidos y ahora estamos teniendo esta conversación como si fuéramos amigos.—comenta. No voy a mentir, a mí también me sorprende. Positivamente, esta vez.
—¿Cómo si fuéramos amigos? ¿Qué somos si no?—tengo que hacer la pregunta, y me da miedo la respuesta.
—Amigos especiales.—responde. Ah bueno. Eso encaja mejor en mi definición de nuestra relación, sin duda.
—¿Y que nos hace especiales?—la pico.
—Esto.—deja de mirar al paisaje y me agarra del mentón. Sus labios no tardan en estar sobre los míos. Que bien besa.
Besar a Ara es mi pasatiempo favorito. Nuestras bocas se mueven acompasadas, hasta que se aleja de mí.
—Te recuerdo que estamos en un sitio público.—me dice, sacando mis manos de su camiseta.
Tiene razón. No nos ha visto nadie, pero tampoco tenemos porque jugárnosla así.
—Entonces vamos a casa.—la respondo.
Pone los ojos en blanco, pero se levanta y comienza a caminar montaña abajo.
—¿Eso es un si?—la pregunto en la distancia, ha cogido ritmo.
—Calla y corre Gavira, que te tengo ganas.
Eso es un sí.
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By chance | Gavi
FanfictionAra estudiante de periodismo, hace sus prácticas en el FcBarcelona, donde descubrirá que entre la amistad, el amor y el odio hay pocos pasos. Pablo Gavira | FANFIC EDITADA 2024