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—Oye, no. Espera —se queja Jimin, mientras se remueve asustado al ver que se adentran a una parte del bosque.

—Solo un poco más —articula con voz ronca el pelinegro, ejerciendo un poco más de presión en la muñeca del rubio.

—Dije que esperes —dice desesperado, Park. —Y me estás lastimando —recrimina, colocando su mano sobre el dorso de la caliente mano de Jungkook, el cual al instante lo mira sobre su hombro derecho.

—Aquí está bien —musita el pelinegro, deteniendo sus pasos mientras observa que el lugar es un poco retirado de la ciudad.

—Por favor suéltame —le pide el rubio, dándole un par de palmadas al dorso de la mano del contrario. —Gracias —murmura aliviado, acariciando su muñeca.

—Eres demasiado hermoso y apetecible —lo elogia Jungkook mientras humedece sus labios con su lengua.

—No soy...

—Me provocas morderte. Poseerte y protegerte todo el tiempo —interrumpe, acercándose por completo al rubio.

—Si nos encontráramos en otro lugar estoy casi seguro de que me reiría. No eres un animal —dice Jimin.

—¿Cómo lo sabes? —lo cuestiona Jungkook.

El rubio está por responder, pero su teléfono celular comienza a sonar. Lo saca del bolsillo izquierdo de la parte trasera de su pantalón y justo cuando está por atender una fuerte manotada hace que su celular caiga al césped.

—¡Oye! —exclama molesto. —Si lo arruinas vas a pagármelo —le recalca.

—El dinero no es problema —se mofa Jeon.

Las cejas del chico se elevan, sus ojos se ensanchan, sus labios se separan y con un poco de indignación suelta—. Pues para mí sí. Tuve que trabajar muchos turnos en la despensa de mi tía para pagarlo.

Se agacha para recoger el celular, cuando lo tiene se pone en pie y se da cuenta que ahora el pelinegro está demasiado cerca.

—¿No te basta con todo el espacio? —lo confronta molesto. —Tienes que acercarte tanto a mí —se queja, intentando retroceder, pero las manos de Jungkook sostienen sus codos sobresaltándolo un poco.

Los ojos de Jimin se conectan con los de Jeon, el rubio está por quejarse cuando sus labios son acallados por los del pelinegro, dejándolo perplejo por unos largos segundos.

Con la mano que sostiene el teléfono celular, consigue que el hombre que lo besa lo suelte, eleva su brazo y lo estrella entre la mejilla y la oreja izquierda de Jungkook causando que un estrepitoso gruñido abandone la garganta del pelinegro que retrocede un par de pasos de forma precipitada.

—Eres un maldito abusivo —lo señala el rubio. —Y... —se queda en silencio al escuchar los incesantes gruñidos uno cada vez más fuerte que el anterior.

—No te muevas —brama entre dientes, Jungkook—. Quédate dónde estás.

—P-pero —tartamudea Park.

—No te lastimare, dijiste que querías ver lo que soy y es lo que te voy a mostrar —habla con dificultad el pelinegro, quitándose con rapidez la sudadera, su camiseta, sus botas, su pantalón y por último su ropa interior.

—¿Qué haces? —pregunta el rubio, mirándolo de soslayo.

—Quédate ahí —le ordena. —Dime que te quedarás —insiste con dificultad en su tono de voz.

—Y-yo, yo —trastabilla Jimin, girando sobre sus talones sin pensarlo demasiado.

Escucha un gruñido gutural y después de haber dado un par de pasos se detiene en seco, se da la vuelta y mira el cuerpo desnudo de Jungkook en el suelo apoyado en sus manos y rodillas contra el césped.

Escucha un par de sonidos y reconoce que es el sonido de huesos quebrándose uno por uno. Jeon aúlla con fuerza desconcertando a Jimin, el rubio da un paso hacia el frente intentando descifrar que es lo que él pelinegro sienten, pero se detiene al ver algo extraño en sus manos.

MY BEASTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora